«Al tratar a Jesús no tengáis vergüenza, no sujetéis el afecto. El corazón es loco, y estas locuras de amor a lo divino hacen mucho bien, porque acaban en propósitos concretos de mejora, de reforma, de purificación, en la vida personal. Si no fuese así, no servirían para nada».
Y ahora, observando detenidamente esta sencilla imagen, ¿no os gustaría ser ese corderillo y dar calor con vuestras lanas a ese Niño que juega, ignorante, con vosotros?
Vero.