Cuando un niño se duerme, abandonado en los brazos de su madre o de su padre, aun en las circunstancias más ordinarias como viajando en el Metro, esto es lo que pasa.
¿No os habéis quedado alelados contemplando cómo duermen plácidamente antes de apagar su luz por la noche?
¿Y no sois capaces de sentir la presencia de su ángel que le guarda?
¿Y cuántas veces les has tenido que decir al tuyo que no se quedara con el infante, que se viniera contigo, que tú también lo necesitabas?
Pues fíjate qué pasaría por el corazón inmaculado de María cuando -en mayo- el Niño se le quedara dormido.
Vero.