Esta tarde-noche es un momento para acompañar al Señor. En su pasión, asumió todos nuestros dolores y penas. Explico cómo lo veo con un ejemplo:
Si a un hijo vuestro le ocurriera algo que le hiciera sufrir, vosotros no podríais sufrir en su lugar, pero la compasión sí os puede mover a sufrir con él. Seguro que vuestro dolor superaría al de la propia criatura, precisamente porque sois padres y os une una relación de amor desinteresado
.
Dios Padre no puede sufrir en su divinidad, pero es Padre y envía a su Hijo (Jesucristo) a sufrir en su humanidad. Y sufre, por amor, asumiendo todo nuestro dolor y podredumbre. Por eso, sabed que todo sufrimiento o penalidad que tengáis a lo largo de vuestra vida estuvo presente en aquella noche del jueves al viernes santo y fue asumido por Cristo, obediente a su Padre, que pensaba en esos momentos en cada uno de nosotros: ¿no le vamos a hacer, al menos, compañía durante toda la noche? ¿Se puede tener un amor más grande?
Vosotros, que sois padres, ¿comprendéis lo que significa el amor de Dios por cada uno de sus hijos, hasta llegar a la locura de la Cruz?
Esto es lo que hoy celebramos: el Amor.
¿A ver quién puede mejorarlo?
Vero.
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