sábado, 19 de abril de 2014

Sábado santo

Jesús sostiene al pecador que le crucifica.
Hoy, sábado santo, también es un día alitúrgico: no se puede celebrar la santa Misa. La Iglesia espera la Resurrección de Jesús y debe esperar al domingo. Los judíos contaban los días a partir de la caída del sol de la víspera, por eso la vigilia pascual se celebrará esta noche.

Es un día para acompañar a la Virgen. La piedad popular la invoca como Virgen de la Soledad, porque la Madre ha perdido a su Hijo.

Os invito a hacer una introspección psicológica para pensar algo que las madres no tienen ningún problema en imaginarse pero que a los varones les cuesta algo más:
Imaginad por un momento, vosotros que sois padres, que perdéis a un hijo vuestro y que, además, fuera vuestro hijo único: ¿qué sentiríais en vuestro corazón? Sería como para volverse loco.
Pero, además, pensad que vuestro hijo ha sido asesinado por causa totalmente injusta y de manera tan cruenta: os ardería el corazón.
Jesús confiesa a un pecador.

Dadle vueltas a estos hipotéticos sentimientos y entenderéis la profecía que le hizo Simeón a la Virgen cuando fueron a presentar a Jesús al Templo en Jerusalén:
"¡Y a ti misma una espada te atravesará el alma! a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones." (Lc 2, 34-35). 
Hoy podemos acompañar a la Virgen con el rezo del Rosario. También podemos reflexionar sobre la malicia de nuestros pecados que originaron semejante deicidio, agradeciendo sin rechazar el perdón de Dios que con tanto sacrificio nos ganó.
Nuestra situación es la que refleja en estas dos imágenes: reflexionemos sobre ellas y, recordad: hoy es el segundo día de preparación para la fiesta de la Divina Misericordia.

Vero.

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