La imaginación y la fantasía, si no se entretienen tejiendo la creatividad, amargan el corazón y sus afectos.
La imaginación y la fantasía forman parte de lo que Dios quiso para nosotros y deben ser tenidas en cuenta como parte del ser humano, ahora redimido.
Y aunque debe concedérseles su espacio propio, siempre deben estar sujetas; si no, traicionan.
Vero.
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