Eso que te hiere, esas palabras que te envenenan, nunca deben quedarse dentro.
Pero hay que buscar la persona que las reciba, el momento y lugar en que se muestren inocuas, si no, mejor callar porque harán y te harán daño.
Por eso hay que buscar.
Y es una gran suerte tener a quien confiarlas.
Vero.
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