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lunes, 30 de marzo de 2015

Lunes santo: Unción en Betania

Se encontraba Jesús cenando en Betania con Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos.
Marta les servía y María -su hermana- tomó una libra del costoso perfume de nardo y enjugó con él los pies de Jesús, secándolos con su cabellera, inundando de una profunda fragancia toda la casa.

Ante las protestas de Judas, según él por el despilfarro que suponía no entregarlo a los pobres, Jesús agradece el gesto indicado que María lo tenía guardado para su sepultura, porque Él no estaría siempre y los pobres sí.

Jesús siempre está dispuesto a perdonar, pero hemos de pedir ese perdón. Dios te ha dado todo lo que tienes, todo lo que eres, todo lo que puedes llegar a ser.

Y Él, ¿que te pide a cambio? Muy sencillo: tus pecados, que te deshagas de tus pecados, que le entregues tus infidelidades; pero has forzarte para entregárselas.

Ese es el ajuar de Jesús. Se reviste con tus pecados que extienden su podredumbre por todo lo que eres -como aquel perfume de nardo- para que queden clavados en la Cruz.

Justo esos pecados, purificados en el patíbulo, se convierten en el bálsamo funerario del que habría de resucitar. A cambio, Él te unge con el Espíritu Santo.
Entonces, ¿no te decides a ceder esos pecados al Crucificado?

Vero.

jueves, 31 de julio de 2014

No eres huérfano

Dios no abandona al que es tratado injustamente, por eso el salmo 9 sigue diciendo lo siguiente:
"Pero tú lo estás viendo [las acciones del malvado]:
Tú consideras los trabajos y el dolor, para tomarlos en tus propias manos.
El débil se encomienda a ti; tú eres el protector del huérfano".
El Señor lo ve todo y su capacidad de juicio se extiende a todo corazón, también al del injusto. Los lamentos del oprimido suben hasta el cielo y estimulan la ternura divina, que tendrá en cuenta el trabajo y el dolor del agredido para hacerlos propios, divinos.

En toda agresión, Dios se pone por delante para compartir la afrenta e incluso para reparala: mirar el sacrificio de la Cruz es asistir en primera persona a esta divina comedia. Por eso, el débil tiene derecho a encomendarse a su Señor. La misericordia de Dios se erige como protectora del desvalido, del huérfano.

Cuando sientas que las circunstancias de la vida, o las personas que las provocan, te agreden, no quieras fijarte en ellas sino confíate a Dios y da el siguiente paso, siempre adelante.
¡Eres hijo de Dios, no eres huérfano!

Vero.


miércoles, 16 de julio de 2014

En medio de la tormenta

La generosidad de las personas, sobre todo cuando está alimentada por la caridad de Dios, tiene límite pero no frontera. Una afirmación tan rotunda exige una explicación en forma de anécdota real:
Conozco a una anciana que lleva en silla de ruedas algunos años y que tiene dificultades para relacionarse con su entorno debido a un ictus, pero que guarda toda su afectividad intacta. Ha estado al borde de la muerte en varias ocasiones. Es atendida por su familia y de manera más directa por su marido también de edad avanzada, que le prodiga todo tipo de cuidados y afectos: él vive exclusivamente para ella.

Produce emoción ver cómo se quieren. Y todo como si fuera una situación habitual en todas las familias. Sus vidas tienen el sentido del dolor, pero la felicidad no les falta porque comprenden el valor del los cuerpos rotos. Han experimentado que el amor en esta tierra cursa siempre con dolor. Lo que les hace felices no es el dolor sino el amor que transcurre por ese camino dolorido.

Hace unos días tomó a su esposa y la montó en un vehículo preparado para llevarla al Parque de Atracciones de su ciudad: allí estaba el resto de su familia disfrutando de un día de vacaciones. Era una locura llevar a un sitio así a una persona tan delicada, sobre todo porque iba a ser una sorpresa para el resto de la familia, pero pensó que a su esposa le gustaría ver disfrutar a sus nietos en las atracciones.
Una "imprudencia" semejante solo se puede explicar desde el amor. Asumir ese riesgo implica tener una capacidad de afecto tumultuosa.

Hoy se celebra la fiesta de la Virgen del Carmen, patrona de marineros, personas acostumbradas a bregar en medio de las tormentas. En las borrascas de la vida de toda persona la fe consigue que, aun asustados por las olas que saltan por encima de la barca, nos aferremos a los remos con la fuerza del amor: ese amor que proviene de la fortaleza de saberse hijos de tan buena Madre y que saben buscar su protección en medio de la tormenta.

¡Cuánto podemos aprender de esas personas que cada día estrenan su amor por los demás!

Vero.

miércoles, 30 de abril de 2014

Colgado de la Cruz

Dice el evangelio de San Juan que:
 "Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que sea levantado el Hijo del hombre, para que todo aquel que cree en Él, no perezca, sino que tenga vida eterna".


Analogía entre la serpiente de Moisés y la Cruz.
El texto hace referencia a cuando Dios castigó a los israelitas, peregrinos por el desierto del Sinaí hacia la tierra prometida, con serpientes que les mordían debido a sus quejas e infidelidades.

Dios mandó a Moisés fabricar una serpiente de bronce y colgarla en alto a modo de estandarte. Todo el que era mordido acudía al estandarte y al mirar a la serpiente quedaba curado.

La serpiente es el símbolo del pecado: una serpiente indujo a pecar a Adán y Eva.
Jesús fue hecho pecado por nosotros y colgado en una cruz, como aquella serpiente sanadora de Moisés.

Cuando adviertes el pecado en tu vida, ¿por qué no eres capaz de levantar la mirada hacia el divino Colgado que te puede sanar?

Vero.