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miércoles, 9 de julio de 2014

Derecho y justicia

Continúa el salmo 105:
"Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia. Acuérdate de mí por amor a tu pueblo".
El derecho y la justicia son prendas de respeto a los demás: en ellos se manifiesta que percibimos el reflejo divino en cada uno de nuestros semejantes, porque hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.

El hábito de la justicia produce felicidad, una gran dicha; pero somos conscientes de que esta felicidad es compatible con las lágrimas. Con frecuencia esas lágrimas vienen de otros ojos, o de las miserias propias o también de las ajenas: una nueva oportunidad para la misericordia.

Si luchas por ser justo te acercarás con agradecimiento a Dios para rogarle que se acuerde de ti. Y si no has sido justo, no solo puedes pedir a Dios que no se olvide sino que te ayude a ser justo y a reparar tus propias faltas.

Vero.


martes, 8 de julio de 2014

Las hazañas divinas

Dice el salmo 105:
"Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. ¿Quién podrá contar las hazañas de Dios, pregonar toda su alabanza?"
La bondad de Dios educe un agradecimiento tan delicado como intenso. Piensa en tu intimidad: ¿Qué hazañas ha realizado Dios en mi vida? ¿Qué proezas le quedan aún por hacer? ¿Dejo que el Espíritu Santo actúe libremente en mi vida? ¿Qué obstáculo puedo remover hoy?

Cuando reconozcas la acción divina en el alma no te quedará más remedio que pregonar su alabanza porque descubrirás complacido cuán eterna es su misericordia.

¿No es esto suficiente motivo de acción de gracias?

Vero.


lunes, 30 de junio de 2014

El beneficio divino

Dice el salmo 102:
"Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios".
Busca un momento de soledad, quizá ese en el que retirado al descanso aún no has conseguido dormirte y proponte el siguiente ejercicio interior: repasa tu vida con sus circunstancias y extrae de ella todos esos momentos, acciones, aptitudes en las que te haces consciente del beneficio divino sobre ti.

Serán cosas grandes o menos grandes, incluso muy pequeñas. Saldrán muchas, muchísimas; bastantes más de las que nunca hubieras imaginado antes de realizar este ejercicio.

Y ahora aplica el salmo:
"Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios".
¿A que no te queda más remedio que volcarte en acciones de gracias?

Da rienda suelta a esa gratitud: es oración de alta calidad.

Vero.