Mostrando entradas con la etiqueta Fe. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Fe. Mostrar todas las entradas

lunes, 28 de julio de 2014

Dios que se esconde

Dice el salmo 9:
"¿Por qué te quedas lejos, Señor, y te ocultas en los momentos de peligro? El pobre se consume por la soberbia del malvado y queda envuelto en las intrigas tramadas contra él".
A veces, Señor, parece que duermes. En el momento de peligro, cuando más necesitamos de tu ayuda, pareces esconderte. Ese juego divino nos pone nerviosos, pero cuando pasa la tormenta caemos en que nos faltaba fe, en que queremos que las cosas sucedan a nuestra manera: no buscamos la voluntad de Dios sino la propia.

Es como si no nos fiáramos de Dios, como si Él no tuviera poder para resolver nuestros asuntos: fe débil, falta de confianza, exceso de soberbia.

En la interacción humana injusta quedan de manifiesto dos soberbias: la del agredido que no termina de confiar en Dios y la del agresor que blasfema y menosprecia la justicia divina.

Pide la humildad que te defienda de esta doble soberbia.

Vero.

jueves, 24 de julio de 2014

El sueño de José

El evangelio nos proporciona noticias al menos en dos ocasiones de que San José, que se encuentra en una encrucijada sin saber qué hacer, es avisado en sueños por un ángel que le indica qué debe hacer en esas situaciones. El ángel no le explica las razones por las que debe actuar así, sencillamente transmite un mensaje.

Los ángeles son mensajeros de la voluntad divina y Dios no suele dar explicaciones de sus mandatos: la fe en Dios exige fiarse de que aquello que nos propone es verdad y bien.
Una vez avisado, San José disipa sus dudas y se pone manos a la obra divina. Algo tan efímero y etéreo como el sueño es utilizado por Dios para transmitir su voluntad con suavidad.

Mira atentamente en tu vida por si a ti te pasa como a José, que Dios emplea tus horas de sueño para sugerirte el horizonte de tu vida.
¿Es que no te pasa nunca que -sin razón o con ella- te despiertas en mitad de la noche y le das una y otra vuelta a esa idea, a ese problema o a ese cariño? ¿Quién crees que te despierta? ¿Quién crees que te sugiere?

¿Sabes cómo saber si esas sugerencias vienen o o de Dios? Pregúntate si te traen paz, que es signo divino. Otro signo indeleble es considerar si lo que piensas o decides en esos momentos está de acuerdo con la doctrina de Jesucristo, recogida y enseñada por su Iglesia.

No debes consentir en que una idea nocturna se haga obsesiva, pero si te despiertas o notas la suavidad de la sugerencia divina, tanto en la vigilia como en el sueño, no desperdicies la oportunidad de iniciar una oración personal de intimidad con Dios a través de tu ángel custodio. Imita a José y responde a ese Dios que te corteja con fidelidad.

Y en cualquier caso, nunca te acuestes lejos del agua bendita, del rosario y de tu crucifijo. Aun durmiendo, tienes toda la noche para orar mientras tu ángel custodia vela por ti.

Vero.

martes, 15 de julio de 2014

La lámpara encendida

El cristiano es -debe ser- la luz del mundo: son palabras de Cristo. La luz es aquello de que nos servimos para percibir la realidad que nos circunda. Por tanto, la misión del cristiano es la de iluminar, dar contenido a la realidad del mundo, proporcionar aquello que el mundo necesita para ser explicado.

Jesús mismo enseña: "Yo soy la luz del mundo". Si nosotros somos luz es porque nos identificamos con Él: Cristo y los cristianos son como la misma cosa, parte del mismo y único cuerpo de Cristo. Un cristiano queda identificado con la Persona a quien sigue por la gracia que le hace renacer a la nueva vida de la fe desde el Bautismo.

Mantener esa luz exige estar atento para que no se apague. Es una luz que hay que alimentar. Debemos impedir que cualquier viento la apague.
No viene mal recordar aquello que decía Santa Teresa de Calcula:
“Para hacer que una lámpara esté siempre encendida, no debemos de dejar de ponerle aceite”.
Vero.

viernes, 27 de junio de 2014

Jesús oculto

Sexto día de la octava del Corpus Christi:

Por la Fe descubrimos a Jesús oculto en la Eucaristía.
Por la Caridad se descubre a Jesús oculto en los demás.
Por la Esperanza se descubre a Jesús oculto a lo largo del espacio y del tiempo en cada uno de los acontecimientos de nuestra vida.

Esas tres virtudes teologales (Fe, Esperanza, Caridad) son tres virtudes que Dios te da para que sus dones latentes se hagan patentes por tu ejemplo.

Tienes que aprender a encontrar a Dios en la Eucaristía, en tu prójimo y en tu propia vida. También a través de tus pecados.

Vero.

martes, 24 de junio de 2014

No tienen vino

Tercer día de la octava del Corpus Christi:

Jesús ha sido invitado a un boda en Caná de Galilea. Acude al acontecimiento acompañado de algunos de sus discípulos y de María, su madre. Las previsiones de vino para el banquete han sido fallidas y amenaza un cierto oprobio para los nuevos esposos, que no podrán cubrir las expectativas de sus invitados.

María se da cuenta de la situación. Es capaz de percibir el problema. No conoce la solución, pero vive de la fe. Jesús mismo declara que todavía no ha llegado su hora y que, por tanto, aún no debe manifestarse públicamente como lo que es, el Hijo de Dios.

Pero María, movida por su fe, le dice a Jesús: "No tienen vino".
Es terrible no tener vino. María, como confía en Dios, le hace a su Hijo una manifestación tan sencilla como escueta de lo que ocurre. No le dice a Jesús lo que tiene que hacer, no le presiona, no comercia con él: sencillamente se fía.
Él sabrá cómo proveer.

¿Cuántas veces al día le dices tu al Señor? No tengo vino, no tienen vino.
Y luego, confía.

Vero.

sábado, 21 de junio de 2014

Trepidación

El evangelio de san Mateo de la Misa del sábado de la XIª semana del tiempo ordinario es tan explícito que apenas merece la pena un comentario:
"Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal (Mt 6, 24-34)".
Vuelve a leerlo y pregúntate: ¿tengo fe?

Vero.

viernes, 9 de mayo de 2014

La cena de Emaús

Ya han llegado a Emaús los dos discípulos procedentes de Jerusalén con Jesús, su acompañante fortuito. El Señor hace ademán de continuar con el camino pero aquellos dos personajes le disuaden con el ruego de que se quede con ellos.

Se disponen a cenar y Jesús parte el pan. Justo en ese momento -relatarán después a los apóstoles aquellos discípulos- reconocieron a Jesús, porque hasta ese momento no sabían quién era.

Jesús hace un gesto que les abre los ojos; la fe es una virtud personal que se asienta en el alma dispuesta, pero procede de Dios. Jesús había preparado con la explicación de las Escrituras a las almas de aquellos dos abatidos y solo después realiza el signo que les abre los ojos para que le reconozcan.

Aquellos discípulos ya habían empezado a hacer su oración con Jesús, pero no lo podían contemplar, porque la contemplación requiere el reconocimiento de lo contemplado.

Solo con la fe podemos contemplar, porque solo con la fe reconocemos a Jesús, sabiendo que Él se vale para ello sobre todo de las circunstancias ordinarias, de un acto tan simple y común como es partir el pan.

Solo la contemplación te proporcionará la inteligencia de la paz, capaz de saciarte de gozo, porque te hará reconocer la presencia de Dios.

Vero.