Jesús ha sido invitado a un boda en Caná de Galilea. Acude al acontecimiento acompañado de algunos de sus discípulos y de María, su madre. Las previsiones de vino para el banquete han sido fallidas y amenaza un cierto oprobio para los nuevos esposos, que no podrán cubrir las expectativas de sus invitados.

Pero María, movida por su fe, le dice a Jesús: "No tienen vino".
Es terrible no tener vino. María, como confía en Dios, le hace a su Hijo una manifestación tan sencilla como escueta de lo que ocurre. No le dice a Jesús lo que tiene que hacer, no le presiona, no comercia con él: sencillamente se fía.
Él sabrá cómo proveer.
¿Cuántas veces al día le dices tu al Señor? No tengo vino, no tienen vino.
Y luego, confía.
Vero.
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