
Pensamos y actuamos sobre aquello que realmente nos importa, por eso evaluar dónde tenemos el propio tesoro nos abrirá las puertas para conocer dónde tenemos puesto el corazón.
La ecuación es sencilla: tesoro y corazón no son la misma cosa, pero ocupan el mismo espacio interior. Esto nos facilita enormemente la labor de examen de conciencia.
¿Habitualmente en quién piensas, en ti o en los demás?
De modo ordinario ¿en qué piensas, en tus cosas, en las de los demás?
Tu tiempo, ¿a qué y a quién lo dedicas?
Tus bienes, ¿a quiénes benefician?
¿Quieres que sigamos?
Sé generoso.
Vero.
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