9 El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: "Yo pongo mis palabras en tu boca.Una vez aceptada esa vocación, comienza el seguimiento. No se ha de ahorrar ningún esfuerzo, pero entonces las obras de tus manos no proceden solo de tus manos; si eres dócil, harás y verás maravillas, no propias, sino las obras de Dios.
10 Yo te establezco en este día sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y derribar, para perder y demoler, para edificar y plantar".
Tú mismo te asombrarás de lo que sale de tu boca, palabras que quizás nunca hubieras imaginado, palabras que te invitarán a una reflexión posterior después de ser pronunciadas, porque te das cuentas que -aunque pronunciadas por ti- no son tuyas.
Pero recuerda, has de ser dócil, porque tus palabras y tus acciones deben ser sus palabras y sus acciones: en la medida en que te vacíes de tu propio yo -siento tú mismo- Dios podrá ocupar tu lugar, que es su lugar.
Vero.
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