martes, 2 de septiembre de 2014

La caña cascada

Sigue el capítulo 12 de San Mateo del siguiente modo:
"En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él. Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías:
Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones.
No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña cascada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre".
La profecía de Isaías habla de cómo será recibida la Palabra hecha carne entre aquellos a los que fue enviada, a ti, a mí. Anunciará la justicia a las naciones porque está ungido con el Espíritu Santo,  pero no se impondrá por la fuerza, aunque nadie oiga su voz en las plazas.

Será misericordioso: no quebrará la caña cascada, ni apagará la mecha humeante a punto de extinguirse y será el fundamento de toda esperanza, su propio nombre.

Y tú, ¿actúas así?  ¿Defiendes la justicia? ¿Te impones con voz agresiva? ¿Hundes a los débiles, a los que ya se doblan?
Piensa que todos aquellos a los que atacas pueden invocar contra tus obras el nombre del Señor,  fundamento de su esperanza.

Vero.

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