"Te daré gracias entre las naciones, Señor; contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Aleluya".Todavía tenemos a Jesús en la Tierra. Nos acaba de prometer el Espíritu Santo, algo que según sus palabras nos conviene. Se prolonga la alegría de la Pascua.
Este entusiasmo es tan cautivador que no puede quedar solo recogido en la interioridad sino que necesariamente se manifiesta exteriormente: es explosivo.
Por eso -con la antífona- no podemos dejar de dar gracias, no podemos dejar de alabar a Dios ni podemos callarnos ante los demás. Ellos también tienen derecho a que les transmitamos el alegre aguijón de alegría con el que Cristo fecundó nuestra vida.
Hoy, ¿qué vas a hacer para dar rienda suelta a ese sentimiento?
Vero
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