domingo, 11 de mayo de 2014

Primera Comunión

No hace mucho me llegó noticia de que un niño hacía su primera Comunión y ello me trajo algunos recuerdos y sentimientos que ahora materializo.
¡Qué ilusión habría puesto esa criatura para recibir por primera vez a Jesús sacramentado en su alma, en su cuerpo!
¿Te acuerdas, lector, de aquella primera vez en que la Persona divina de Jesús -perfecto Dios y perfecto Hombre- estuvo en contacto sacramental e íntimo con tu propia persona humana?
Tengo seguridad de que Jesús estará muy cómodo en el alma de ese niño, convertido en un nuevo sagrario. Pienso que estará mucho mejor, incluso, que en el Sagrario parroquial porque Jesús habrá sido acogido por esa infancia con el cariño que proporciona la libertad de querer recibirle bien preparado y desde la más hermosa de las purezas.

Por eso aproveché todo el día para adorar al Jesús que anidó por primera vez en aquél corazón recién estrenado, sin ruido de palabras, sin manifestación de sentimientos, solo contemplando el ayuntamiento de la divinidad y la humanidad: no solo en la persona divina de Jesús sino en la persona humana de aquel niño.
¿Te has planteado alguna vez cuál será la ocupación de tu Ángel de la Guarda cuando comulgas? Seguro que permanecerá en una intensa adoración de Jesús al contemplar que su protegido ha quedado transformado en un Sagrario.
Vero.

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