jueves, 15 de mayo de 2014

La sombra de la Custodia

En cierta ocasión entré en una Iglesia en la que tenían expuesto a Jesús Sacramentado. Unas ancianas mujeres, con una gran delicadeza que manifestaba su cariño, embellecieron el altar y parte del presbiterio con flores, velas y un biombo tapizado con una rica tela. La Custodia, bien iluminada, destacaba especialmente sobre el fondo rojizo que proporcionaba el biombo.

La luz incidía directamente sobre la Custodia brillante, mientras que la blanquísima Forma sagrada, sujeta en el dorado viril, proyectaba sobre el biombo una sombra oscura que reproducía fielmente el perfil de la artística Custodia.

Yo, en mi oración, le decía al Señor sacramentado:
La sombra tiene la misma forma que la Custodia que la proyecta, pero no son lo mismo la Hostia consagrada que su tenue sombra, solo se parecen, comparten la forma visual. Sin embargo, en la Eucaristía Dios nos oculta su divinidad, que no vemos, de modo semejante a como la sombra nos indica esa forma del blanco de la Hostia consagrada. 
Salvando las distancias, hay una cierta "homotecia esencial" entre la divinidad, la custodia con la Forma consagrada que en ella se aloja y su sombra proyectada.
¿Me voy a extrañar, entonces, de que Dios se me oculte bajo la especie del Pan?

Vero.

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