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Cristo de uñas sucias (Rafael Pintos-López). |
No creo que mucho me equivoque afirmando que hoy te hace falta leer esto que te copio a continuación de una homilía de San Josemaría recogida en su libro Amigos de Dios (n. 299 y 301):
"Seguir a Cristo: éste es el secreto. Acompañarle tan de cerca, que vivamos con Él, como aquellos primeros doce; tan de cerca, que con Él nos identifiquemos[...]".
Y sigue con algo que te hiere, pero que a la vez te conforta:
"Pero no olvidéis que estar con Jesús es, seguramente, toparse con su Cruz. Cuando nos abandonamos en las manos de Dios, es frecuente que Él permita que saboreemos el dolor, la soledad, las contradicciones, las calumnias, las difamaciones, las burlas, por dentro y por fuera: porque quiere conformarnos a su imagen y semejanza, y tolera también que nos llamen locos y que nos tomen por necios".
Mi comentario es sucinto, pero no por ello tenue:
¿Has leído bien?: dolor, soledad, contradicciones, calumnias, difamaciones, burlas. Sí, sí, vuelve a leerlo.
Es la manifestación palpable de la Humanidad de Jesús, que se expresa también en el dolor y en el sufrimiento como se puso de relieve también en muchos momentos de alegría y de gozo.
¿Llevas la Cruz? Bien; es la Cruz de Él y te ha enseñado los clavos. Llévala con dolor, pero -no lo olvides- con alegría.
Y si todavía piensas que no, que la cruz es tuya porque adviertes que el rejón abre tu carne, deja que Él sea tu cirineo.
Vero.