Último día de la octava del Corpus Christi:
La vida no se presupone. Estamos acostumbrados a la vida, pero exige cuidados, nutrición, mantenimiento.
Pero, ¿qué es la vida? Jesús nos dice que no tenemos vida si no comemos su carne y bebemos su sangre. Es claro, no queda lugar para ninguna duda.
Nuestra vida para Dios se inserta directamente en el sacrificio de Cristo, en la Última Cena, en la Cruz y en la Resurrección gloriosa.
Ese sacrificio es perpetuo, lo renovamos diariamente en cada Misa: el mismo y único sacrificio, ahora incruento, se renueva para ti y para mí.
Esa carne y esa sangre se quedan bajo las especies sacramentales de pan y vino, para que podamos comerlas y nutrirnos de ellas.
Si no tienes apetito es porque te falta fe, y si no comes no tienes vida porque impides que Cristo viva en ti.
Vero.
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