jueves, 12 de junio de 2014

Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote

Imagina por un momento que un día cualquiera acudes a una iglesia para asistir a la celebración de la santa Misa.

Imagina por un momento que llegada la hora el sacerdote, revestido con las vestiduras sacerdotales, abandona la sacristía para dirigirse con recogimiento hacia el presbiterio y, una vez llegado allí,  besa piadosamente el altar, como abrazándolo.

Imagina por un momento que comienza el Sacrificio Eucarístico y que lo sigues con atención y piedad. Al finalizar la Misa, el sacerdote imparte la bendición divina y despide al pueblo fiel.

Imagina por un momento que en la procesión de salida, de nuevo hacia la sacristía,  el sacerdote detiene un momento sus ojos en ti y descubres que quien se escondía bajo las vestiduras sacerdotales es Jesús, aunque tú no lo habías descubierto hasta ese momento.

Ahora, imagina por un momento que esta fantasía no es fantasía, sino que ocurre de verdad.
¡Bienvenido a la realidad!

Jesucristo,  Sumo y Eterno Sacerdote, toma posesión mediante el Orden Sagrado del sacerdote, que le presta sus manos, su voz,... y renueva incruentamente su sacrificio en la Cruz: Él que es a la vez Sacerdote, Víctima y Altar.

Imagina por un momento que la siguiente vez que asistes a Misa eres consciente de esta sagrada realidad sobrenatural y que tu "ir a Misa" se convierte en un "vivir el Calvario".

Imagina por un momento... ¿Sólo por un momento?

Vero.

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