Los calificativos y participios siempre matizan algún aspecto de los sustantivos a los que acompañan: no son el sujeto, pero lo atornillan y le sacan brillo porque indican alguna característica especial del sustantivo.
En la fiesta del Corpus Christi, vemos a Jesús oculto bajo las especies sacramentales de pan y vino. Sabemos por la fe que allí está sacramentalmente presente bajo esas especies con su cuerpo glorioso, aunque no se nos hace manifiesto a los ojos corporales.
Sin embargo, si nos preguntamos ¿cómo es el Cuerpo del Señor? De inmediato nos sale una respuesta que lo adjetiva: ENTREGADO. Lo dice el sacerdote cada día sobre el altar cuando consagra el pan: el cuerpo del Señor será entregado por vosotros y por todos los hombres. Jesús ya se ha entregado.
Y si nos preguntamos ¿cómo es la Sangre del Señor? También surge la respuesta de la misma fuente: DERRAMADA para el perdón de los pecados.
Por eso, cuando ahora miro a Jesús, expuesto sacramentalmente en la Custodia para la adoración de fieles y ángeles, identifico en mi interior la realidad CORPUS CHRISTI con Cuerpo ENTREGADO y Sangre DERRAMADA: pan y vino, entrega y perdón.
¿Te atreves tú a poner más calificativos?
Vero.
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