Cuarto día de la octava del Corpus Christi:
Continuando con el post de ayer en que María manifestaba la necesidad de aquellos esposos recién casados porque no tenían vino, nos damos cuenta de que el vino representa en esta escena aquello de lo que se carece.
Anteriormente habíamos visto que en las manos de Jesús, el pan siempre se multiplica, se consagra y se reparte. En estas escenas evangélicas el pan es aquello que se posee y, puesto que se posee, se ofrece, se da.
En tu oración, ofrece tu pan -lo que tienes- a Dios, y ofrece tu vino, aquello de lo que careces. Dicho de otro modo, pon todo lo que eres o lo que quisieras ser, lo que tienes o lo que quisieras tener, lo que haces o lo que omites, tus alegrías, tristezas, preocupaciones en manos de Dios.
Cada día, todo tu pan y todo tu vino.
Vero.
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