jueves, 31 de julio de 2014

No eres huérfano

Dios no abandona al que es tratado injustamente, por eso el salmo 9 sigue diciendo lo siguiente:
"Pero tú lo estás viendo [las acciones del malvado]:
Tú consideras los trabajos y el dolor, para tomarlos en tus propias manos.
El débil se encomienda a ti; tú eres el protector del huérfano".
El Señor lo ve todo y su capacidad de juicio se extiende a todo corazón, también al del injusto. Los lamentos del oprimido suben hasta el cielo y estimulan la ternura divina, que tendrá en cuenta el trabajo y el dolor del agredido para hacerlos propios, divinos.

En toda agresión, Dios se pone por delante para compartir la afrenta e incluso para reparala: mirar el sacrificio de la Cruz es asistir en primera persona a esta divina comedia. Por eso, el débil tiene derecho a encomendarse a su Señor. La misericordia de Dios se erige como protectora del desvalido, del huérfano.

Cuando sientas que las circunstancias de la vida, o las personas que las provocan, te agreden, no quieras fijarte en ellas sino confíate a Dios y da el siguiente paso, siempre adelante.
¡Eres hijo de Dios, no eres huérfano!

Vero.


miércoles, 30 de julio de 2014

La boca del malvado

¡Qué bien expresa el salmo 9 la acción de la persona injusta!:
"Su boca [del malvado] está llena de maldiciones, de engaños y de violencias; detrás de sus palabras hay malicia y opresión; se pone al acecho en los poblados y mata al inocente en lugares ocultos".
De la boca sale lo que se lleva en el corazón, por eso la boca del malvado rebosa de maldiciones, engaños y violencias. Sus palabras no son inocuas, están inervadas por la malicia y la opresión.

Los violentos suelen atacar en los despoblados donde sus crímenes pueden quedar impunes, pero la malicia no se respeta a sí misma y acecha también en los poblados en donde el agredido suele andar descuidado.

La lectura del texto produce un cierto rechazo porque personifica el mal, pero si te examinas con un cierto detenimiento y profundidad verás que no está muy lejos de ti.
¿Quieres comprobarlo? Pregúntate en tu intimidad interior: ¿maldigo?, ¿engaño?, ¿actúo con violencia?, ¿oprimo?, ¿espero con astucia la ocasión propicia para asestar el golpe calculado?

Quizá no hagas esto en todas las ocasiones o con todas las personas ni en toda situación, pero ¿hay alguna ocasión, alguna persona o situación en que...?
¡Pues, entonces, algo tienes que cambiar!

Vero.



martes, 29 de julio de 2014

La blasfemia del injusto

Continúa el salmo 9 con las siguientes palabras:
"Porque el malvado se jacta de su ambición, el codicioso blasfema y menosprecia al Señor;
el impío exclama en el colmo de su arrogancia: No hay ningún Dios que me pida cuenta".
La injusticia llama a la injusticia, como la violencia engendra violencia. Es una espiral de malicia. Para tapar su maldad, el malvado se jacta de su ambición y siempre busca más y más: intenta coronar de espinas después de de flagelar.

Salir de ese círculo vicioso requiere la gracia de la conversión: un don divino sembrado en la tierra de una buena predisposición, que reclama el fruto del perdón y la reparación del mal cometido.

Alejado de la conversión, el impío termina por negar a Dios porque no soporta acercarse a la Luz que ilumina la blasfemia de sus obras.
Todos, de algún modo o de muchos, somos impíos, pero no te desanimes: ¡Somos hijos de Dios porque Él así lo ha querido; Él tomó la iniciativa!
Ahora trata de corresponder.

Vero.

lunes, 28 de julio de 2014

Dios que se esconde

Dice el salmo 9:
"¿Por qué te quedas lejos, Señor, y te ocultas en los momentos de peligro? El pobre se consume por la soberbia del malvado y queda envuelto en las intrigas tramadas contra él".
A veces, Señor, parece que duermes. En el momento de peligro, cuando más necesitamos de tu ayuda, pareces esconderte. Ese juego divino nos pone nerviosos, pero cuando pasa la tormenta caemos en que nos faltaba fe, en que queremos que las cosas sucedan a nuestra manera: no buscamos la voluntad de Dios sino la propia.

Es como si no nos fiáramos de Dios, como si Él no tuviera poder para resolver nuestros asuntos: fe débil, falta de confianza, exceso de soberbia.

En la interacción humana injusta quedan de manifiesto dos soberbias: la del agredido que no termina de confiar en Dios y la del agresor que blasfema y menosprecia la justicia divina.

Pide la humildad que te defienda de esta doble soberbia.

Vero.

domingo, 27 de julio de 2014

El hacha al pie del árbol

Continúa el Libro de Miqueas 2,1-5:
"Por eso, así habla el Señor: Yo proyecto contra esta gente [los que proyectan iniquidades y traman el mal durante la noche] una desgracia tal que no podrán apartar el cuello, ni andar con la cabeza erguida, porque será un tiempo de desgracia. Aquel día, se proferirá contra ellos una sátira y se entonará esta lamentación: Hemos sido completamente devastados; ¡se transfiere a otros la parte de mi pueblo! ¿Cómo me la quita a mí y reparte nuestros campos al que nos lleva cautivos?".
La  justicia divina contra los que abusan de su poder está pronta: ya está puesta el hacha al pie del árbol. Llegado el tiempo, no podrán apartar el cuello. Ni siquiera podrán mantener su cabeza erguida por la soberbia de su poderío. Cada uno obtendrá el fruto de su propio cosecha, la semilla multiplicada de aquello que haya sembrado.

Antes de que las propias maldades den fruto conviene examinar la calidad de la semilla, siempre humilde, sin llegar a permitir que brote la cizaña.

Nunca dudes de la justicia divina, sin embargo, si tienes por oficio o por obligación hacer justicia, no esperes al final de los tiempos y comienza la obra de la justicia divina ya desde este momento.

¿Eres consciente de haber cometido alguna injusticia en tu vida contra alguien? Pues decídete a reparar desde ahora mismo.

Vero.

sábado, 26 de julio de 2014

Poder y servicio

Dice el Libro de Miqueas 2,1-5:
"¡Ay de los que proyectan iniquidades y traman el mal durante la noche! Al despuntar el día, lo realizan, porque tienen el poder en su mano.
Codician campos y los arrebatan, casas, y se apoderan de ellas; oprimen al dueño y a su casa, al propietario y a su herencia".
¿Quiénes son las personas que tienes bajo tu mano? La autoridad que tienes sobre ellas se te ha dado para que las sirvas con todas tus capacidades. Jesús mismo afirma que no ha venido a ser servido sino a servir.

Examina cómo es esa relación de poder con cada uno de tus semejantes. Si no peleas contra ello comenzarás por servirte de ellos, continuarás proyectando iniquidades contra ellos y terminarás produciendo los frutos de la codicia tramando el mal durante la noche: siempre alejado de la  luz para que tus obras perversas no se vean. En un principio codiciarás los bienes materiales, pero pronto pasarás a atentar contra las personas, los hijos de Dios.

Mira bien, por si acaso no entiendes el poder y la autoridad como servicio.

Vero.
P

viernes, 25 de julio de 2014

Santiago, hijo del trueno

La antífona de entrada de la misa propia de la solemnidad de Santiago dice lo siguiente:
"Pasando Jesús junto al lago de Galilea vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban repasando las redes, y los llamó, y les dio el sobrenombre de Boanerges, que significa Los Truenos".
Santiago es el primer apóstol en entregar su vida a Dios mediante el martirio, en el año 42. El relato de su llamada es muy curioso pero sigue el patrón de las llamadas divinas. Jesús le encuentra en medio de su trabajo (pescador, remendando redes) y de su familia (al lado de su hermano Juan, que también es llamado).
Una vez que se ha producido ese primer contacto visual, Jesús le llama. Pero la llamada de Jesús es poderosa: tanto, que transforma su nombre, como haciéndole indicar que ahora tendrá una nueva misión. Ahora seguirán siendo pescadores, pero de hombres. La misión recibida es acogida respetando su carácter: son los Truenos, los hijos del Trueno.

Tú, si estás bautizado, ya has tenido ese encuentro inicial con Jesús y ahora te invito a que te preguntes:
¿Sientes la llamada del Señor? ¿En medio de qué, de dónde y con quién has recibido la llamada? ¿Jesús te ha llamado para hacer qué?

La mayor cobardía de tu vida sería evadir estas preguntas que estructuran tu vida como si se tratara de tu columna vertebral. Y si no eres generoso contestándolas probablemente evitarás el martirio -que no la muerte- pero en vez de ser hijo del Trueno, encarnarás la tristeza del aquel joven rico que escondió su generosidad a la mirada divina.

Tú eliges.

Vero.

jueves, 24 de julio de 2014

El sueño de José

El evangelio nos proporciona noticias al menos en dos ocasiones de que San José, que se encuentra en una encrucijada sin saber qué hacer, es avisado en sueños por un ángel que le indica qué debe hacer en esas situaciones. El ángel no le explica las razones por las que debe actuar así, sencillamente transmite un mensaje.

Los ángeles son mensajeros de la voluntad divina y Dios no suele dar explicaciones de sus mandatos: la fe en Dios exige fiarse de que aquello que nos propone es verdad y bien.
Una vez avisado, San José disipa sus dudas y se pone manos a la obra divina. Algo tan efímero y etéreo como el sueño es utilizado por Dios para transmitir su voluntad con suavidad.

Mira atentamente en tu vida por si a ti te pasa como a José, que Dios emplea tus horas de sueño para sugerirte el horizonte de tu vida.
¿Es que no te pasa nunca que -sin razón o con ella- te despiertas en mitad de la noche y le das una y otra vuelta a esa idea, a ese problema o a ese cariño? ¿Quién crees que te despierta? ¿Quién crees que te sugiere?

¿Sabes cómo saber si esas sugerencias vienen o o de Dios? Pregúntate si te traen paz, que es signo divino. Otro signo indeleble es considerar si lo que piensas o decides en esos momentos está de acuerdo con la doctrina de Jesucristo, recogida y enseñada por su Iglesia.

No debes consentir en que una idea nocturna se haga obsesiva, pero si te despiertas o notas la suavidad de la sugerencia divina, tanto en la vigilia como en el sueño, no desperdicies la oportunidad de iniciar una oración personal de intimidad con Dios a través de tu ángel custodio. Imita a José y responde a ese Dios que te corteja con fidelidad.

Y en cualquier caso, nunca te acuestes lejos del agua bendita, del rosario y de tu crucifijo. Aun durmiendo, tienes toda la noche para orar mientras tu ángel custodia vela por ti.

Vero.

miércoles, 23 de julio de 2014

Ver más allá

Continúa San Mateo en el capítulo 10 de su evangelio:
"El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro".
Tenemos que ver a Dios en cada uno de los demás: quizá sea la única forma de que la caridad de Dios les llegue, a través de nosotros.

Vero.


martes, 22 de julio de 2014

La elección

Dice San Mateo en su capítulo 10:
"No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa. El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí".
Seguir a Cristo es transgresor. Aquí y ahora es el tiempo del príncipe de las tinieblas, pero sabemos que esta hora pasa. Para mantenernos firmes debemos tener la mirada siempre puesta en Dios, porque quien le ve a El ve a su Padre.

Vero.

lunes, 21 de julio de 2014

Esa fuerza que flaquea

Dice el salmo 144:
"El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan".
Pertenece a la esencia de la divinidad ser fiel a sus promesas. Cuando somos fieles a nuestra palabra actuamos según el modo divino, nos parecemos a Él. La promesa divina es camino de la Verdad y la verdad tiene razón de bien, por eso Dios es bondadoso en todas sus acciones, aborrece el mal, pero se apiada del pecador respetando la justicia. Es fundamento de nuestra esperanza.

Cuando te sientes débil, alégrate porque suscitas la ternura divina: te sostendrá para que no caigas. Si ante las dificultades externas o las miserias interiores notas que flaquean las fuerzas y te doblas, notarás la mano divina en la que debes confiar que no solo te sostiene sino que endereza tus pasos, sana todas tus enfermedades, incluso aquellas que no se tratan con antibióticos.

¿Qué es lo que a ti te dobla? ¿Qué es lo que te vence? Pon esas miserias a los pies de tu Salvador que tiene poder de cubrirlas con su misericordia infinita. Y luego, lucha por extirparlas de tu vida.

Vero.


domingo, 20 de julio de 2014

La ceguera del idolo

Dice el salmo 113B refiriéndose a los ídolos:
"Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen; tienen nariz, y no huelen.
Tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan. Que sean igual los que los hacen, cuantos confían en ellos".
Los ídolos suelen tener apariencia de realidad. Frecuentemente justificamos nuestra actitud en virtud de otro suceso, de evitar un disgusto a  alguien, de no incomodar o incomodarse. Esos ídolos aducen sus propias razones: tienen boca, ojos, orejas y nariz; pero no hablan, ni ven, ni oyen, ni huelen porque sus razones son apariencia, justificada, pero apariencia.

Las manos de Cristo, impuestas sobre los enfermos, sanaban; las de los ídolos no tocan. Los pies de Cristo peregrinaban por Palestina a la búsqueda de acogedores de su mensaje; los pies de los ídolos no andan, esperan a que sus discípulos se acerquen a ellos.

Tal y como los ídolos son, dice la maldición final, sean quienes los construyen.
¿Cuáles son tus propios ídolos, esos elementos que en tu vida absorben toda tu atención y que tan falsamente justificas otorgándoles ciegamente tu confianza?

Vero.

sábado, 19 de julio de 2014

El brillo de la idolatría

Dice el salmo 113B:
"Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas".
Dios está en el cielo, transciende lo terreno. Su voluntad es libre e impera, aquello que quiere es lo que consigue porque es omnipotente. Nada se le compara.

Los pobres hombres nos creamos sucedáneos de la divinidad, ídolos que cautivan nuestra atención, que empachan la inteligencia y que embotan la voluntad, figuras de cera que cautivando nuestros sentimientos distraen nuestra atención de aquello que solo Dios puede saciar.

Esos ídolos pueden ser de plata y oro, pero no dejan de ser idolatrías porque son hechura humana, construidos con la levedad del permanecer humano.

¡Dios mío, hazme fiel, que no te sustituya por el iluso brillo de ninguna bagatela!

Vero.


viernes, 18 de julio de 2014

Corozaín y Betsaida

San Mateo en el capítulo 11 nos dice:

"Se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti".

Los que hemos conocido el amor de Dios tenemos una mayor responsabilidad porque coqueteamos con la aristocracia del amor.

Vero.

jueves, 17 de julio de 2014

Buscar su rostro

Dice el salmo 104 (4-5):
"Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca".
Recurrir al Señor, en toda circunstancia, siempre es una buena idea. Tan buena, que quizá no se te ocurra a ti, probablemente sea una sugerencia del Espíritu Santo. Es una invitación continua a buscar el rostro del Señor.

¿Te has preguntado alguna vez qué significa el "rostro"? Aquello por lo que se reconocen las personas, lo que exteriormente las hace específicas. El rostro del Señor es la característica por lo que le identificamos, aquello que nos manifiesta. Lo que Dios nos da a conocer es su única idea, el Hijo, la Palabra hecha carne. Por tanto, buscar el rostro del Señor es contemplar a Jesús.

Y ¿qué rasgos encontramos en ese rostro? Estos son los rasgos: las maravillas que hizo, sus prodigios y las sentencias que emanan de su boca. Reconoces al Señor cuando eres consciente de sus maravillas, sus prodigios y sus mandatos.
Su Ley es tu Vida.

Vero.


miércoles, 16 de julio de 2014

En medio de la tormenta

La generosidad de las personas, sobre todo cuando está alimentada por la caridad de Dios, tiene límite pero no frontera. Una afirmación tan rotunda exige una explicación en forma de anécdota real:
Conozco a una anciana que lleva en silla de ruedas algunos años y que tiene dificultades para relacionarse con su entorno debido a un ictus, pero que guarda toda su afectividad intacta. Ha estado al borde de la muerte en varias ocasiones. Es atendida por su familia y de manera más directa por su marido también de edad avanzada, que le prodiga todo tipo de cuidados y afectos: él vive exclusivamente para ella.

Produce emoción ver cómo se quieren. Y todo como si fuera una situación habitual en todas las familias. Sus vidas tienen el sentido del dolor, pero la felicidad no les falta porque comprenden el valor del los cuerpos rotos. Han experimentado que el amor en esta tierra cursa siempre con dolor. Lo que les hace felices no es el dolor sino el amor que transcurre por ese camino dolorido.

Hace unos días tomó a su esposa y la montó en un vehículo preparado para llevarla al Parque de Atracciones de su ciudad: allí estaba el resto de su familia disfrutando de un día de vacaciones. Era una locura llevar a un sitio así a una persona tan delicada, sobre todo porque iba a ser una sorpresa para el resto de la familia, pero pensó que a su esposa le gustaría ver disfrutar a sus nietos en las atracciones.
Una "imprudencia" semejante solo se puede explicar desde el amor. Asumir ese riesgo implica tener una capacidad de afecto tumultuosa.

Hoy se celebra la fiesta de la Virgen del Carmen, patrona de marineros, personas acostumbradas a bregar en medio de las tormentas. En las borrascas de la vida de toda persona la fe consigue que, aun asustados por las olas que saltan por encima de la barca, nos aferremos a los remos con la fuerza del amor: ese amor que proviene de la fortaleza de saberse hijos de tan buena Madre y que saben buscar su protección en medio de la tormenta.

¡Cuánto podemos aprender de esas personas que cada día estrenan su amor por los demás!

Vero.

martes, 15 de julio de 2014

La lámpara encendida

El cristiano es -debe ser- la luz del mundo: son palabras de Cristo. La luz es aquello de que nos servimos para percibir la realidad que nos circunda. Por tanto, la misión del cristiano es la de iluminar, dar contenido a la realidad del mundo, proporcionar aquello que el mundo necesita para ser explicado.

Jesús mismo enseña: "Yo soy la luz del mundo". Si nosotros somos luz es porque nos identificamos con Él: Cristo y los cristianos son como la misma cosa, parte del mismo y único cuerpo de Cristo. Un cristiano queda identificado con la Persona a quien sigue por la gracia que le hace renacer a la nueva vida de la fe desde el Bautismo.

Mantener esa luz exige estar atento para que no se apague. Es una luz que hay que alimentar. Debemos impedir que cualquier viento la apague.
No viene mal recordar aquello que decía Santa Teresa de Calcula:
“Para hacer que una lámpara esté siempre encendida, no debemos de dejar de ponerle aceite”.
Vero.

lunes, 14 de julio de 2014

Fruto de la misericordia

Continuando con el post de ayer, aquella mujer había dado más fruto del que parecía a primera vista.
Las continuas visitas de sus hijos y su marido a la residencia donde vivió sus últimos años hizo que aquellas personas conocieran y se relacionaran familiarmente con otros ancianos y enfermos que no tenían la suerte de aquella mujer porque o no tenían familiares o no les visitaban. Aunque aquellos ancianos lo ocultaban, la realidad cruda es que no solo se sentían sino que estaban solos.

Los hijos ayudaron a aquellos ancianos en todas sus necesidades, incluso para arreglar situaciones familiares descompuestas que terminaron en la reconstrucción de relaciones familiares que habían separado a los hijos de los padres semiabandonados.

Ahora que la madre había muerto y que ya no tendrían que volver por aquella residencia de ancianos, muchos de ellos sintieron de nuevo que la soledad les golpeaba: no solo habían perdido anteriormente a sus hijos sino que ahora perdían a los hijos de la difunta, que eran como de su propia familia.
Pero aquellos hijos, habían aprendido una lección importante, algo que su madre -sin intencionalidad- les había facilitado: ¿por qué iban a dejar de visitar a los ancianos porque su madre hubiera fallecido?

Ellos seguirían visitando a aquellos ancianos aunque su madre ya no estuviera allí.
Otro fruto del amor, hecho obra de misericordia.

Vero.

domingo, 13 de julio de 2014

Fruto del amor

Hace poco asistí al entierro de una mujer de edad avanzada que después de muchos años enferma acababa de fallecer. El curso de sus múltiples dolencias había ido limitando su autonomía hasta el punto de que llevaba muchos años totalmente inválida y necesitada de todo tipo de ayuda. Su marido, también muy mayor, y sus hijos acudían diariamente a la residencia especializada en los cuidados que precisaba para acompañarla y darle cariño: un día tras otro.

En el momento de enterrarla, el marido, con mucha dificultad por sus propias limitaciones y sin que apenas nadie lo advirtiera, hizo ademán de despedirse de su mujer alargando su mano para tocar el féretro mientras los enterradores iniciaban su descenso al seno de la tierra a la que volvía y de donde procedía.
¿Qué pasaría por el corazón de aquel buen hombre? Más de cincuenta años unido a aquella mujer, la mayor parte de los cuales conviviendo con la enfermedad.

Aquel gesto fue como el resumen de su vida: ¡Te vas y me dejas, pero espérame!
¿Qué es lo que aquella buena mujer le había ofrecido a su marido si la enfermedad la tenía tan limitada?
Reflexionando sobre ello, se hace presente que aquella mujer le proporcionaba a su marido la capacidad de querer, con un amor que no se entiende si no proviene de Dios, ese magnífico efecto del sacramento del matrimonio.

Aquel gesto imperceptible de tocar con la punta de los dedos la madera del féretro de su esposa era como un sacramental de su cariño, la rúbrica de una vida de servicio, el fruto del amor.
¡Cuándo aprenderemos a amar!

Vero.

sábado, 12 de julio de 2014

A casa de tu madre

Quizás haga algún tiempo que te has independizado y el devenir te condujo a abandonar el lugar donde viviste tu infancia, creciste y te abriste a la vida. Todavía guardas en tu memoria aquellos olores y sabores, aquellos rincones casi secretos de tu casa, que pensabas en tu ingenuidad que solo tú conocías y que eran como tus secretos íntimos de la infancia: aquellos sucesos que convertían tu casa en tu hogar.

Sobre esos recuerdos se alza uno con fuerza: la imagen de tu madre o de tu padre, o de ambos. Aquella seguridad que te transmitían, no se sabe por qué razón concreta: era como si solo estar cerca de ellos fuera suficiente para sentirte personalmente protegido y afectivamente acogido.

Nuestra Señora de los Ángeles de Torreciudad.
Ahora, cuando de vez en cuando vuelves a la casa de tu madre, retornan esos recuerdos afectivos a tu memoria y a pesar de la distancia, de tu nuevo hogar y del transcurso del tiempo vuelves a sentirte aquel niño que naturalmente dejaste de ser.

Cuando vas a visitar a la Virgen a algún lugar sagrado dedicado especialmente a Ella -una ermita, un santuario, una simple imagen en un parque o en una fachada- te pones en camino de evocar aquellos recuerdos marianos de tu primera infancia, cuando aprendiste tus primeras oraciones y le confiabas a Ella las sencillas peticiones que nacían de tu todavía ingenuo corazón de niño, o las que mamá te sugería mientras te llevaba a la cama, te arropaba y comenzaba a leer ese cuento -siempre el mismo- que nunca acababa porque te dormías al momento, confiado en que mamá velaba.

Aunque la vida te haya maltratado a ti o tú mismo hayas maltratado a tu vida, sean cuales fueren las circunstancias que ahora no juzgamos, toma conciencia de que ir a la casa de la Virgen -a ese santuario, a la imagen de la Virgen de tu cartera o la que tienes encima de la mesa de trabajo- es ir a la casa de tu Madre.

Ten en cuenta que eres su hijo, su niño pequeño; y que tu madre nunca tendrá en cuenta esos desaires de adolescente con el que reivindicabas la autonomía de tu vida, que estará encantada de acogerte en sus brazos, como cuando te rodeaba con ellos para llevarte a dormir.

Aprovecha para pedir, para agradecer, para sentir tu afectividad, para enamorarte, para volver. Busca esas golosinas espirituales que tu Madre esconde en sus bolsillos y que permanecen allí a la espera de que una mano furtiva -la tuya- se los robe. Ella las puso allí para eso.

Y si cuando vuelvas a esa casa, el recuerdo te toca el corazón y te asoma una lágrima a los ojos, no la reprimas: sencillamente has vuelto a la casa de tu Madre.

Vero.

viernes, 11 de julio de 2014

Justicia y paz

Continúa el salmo 84 diciendo:
"La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo".
La misericordia es la actitud divina por antonomasia. La fidelidad es la actitud del hombre que ofrece su lealtad a la promesa realizada de acuerdo con su capacidad. ¿Qué hay mejor que la misericordia o la fidelidad?: precisamente, el encuentro entre esa misericordia divina y la fidelidad del hombre del que la misericordia es objeto.

¿Qué diremos de la justicia y de la paz? Una es fruto de la otra y se realimentan recíprocamente. Solo donde hay paz puede nacer la justicia; y solo donde hay justicia florece la paz.

La fidelidad brota de la tierra, es una ofrenda del hombre a Dios, pero la justicia y su fruto, la paz, vienen del cielo.
¿Quieres trabajar por la paz? Pregúntate: ¿cómo vives la justicia?

Vero.

jueves, 10 de julio de 2014

La conversión del corazón

Dice el salmo 84:
"Voy a escuchar lo que dice el Señor: Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón".
La paz: ¿Qué es la paz? Dice este salmo que la paz es algo anunciado, un don. Pero lo anunciado se recibe como algo escuchado y esto exige una actitud atenta.

No basta con oír, hay que escuchar. Por eso la paz no llega a todos los oídos: el anuncio de la paz es percibido por el pueblo de Dios, por sus amigos y por los que -enemistados con él- se convierten de corazón.

¿Quién tendrá la dicha de obtener de Dios la conversión del corazón? Quizá el principio del camino de esa conversión sea empezar a caminar por senderos de atenta escucha.

Tienes que convencerte de que necesitas, todos los días, unos minutos de elocuente silencio.

Vero.


miércoles, 9 de julio de 2014

Derecho y justicia

Continúa el salmo 105:
"Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia. Acuérdate de mí por amor a tu pueblo".
El derecho y la justicia son prendas de respeto a los demás: en ellos se manifiesta que percibimos el reflejo divino en cada uno de nuestros semejantes, porque hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.

El hábito de la justicia produce felicidad, una gran dicha; pero somos conscientes de que esta felicidad es compatible con las lágrimas. Con frecuencia esas lágrimas vienen de otros ojos, o de las miserias propias o también de las ajenas: una nueva oportunidad para la misericordia.

Si luchas por ser justo te acercarás con agradecimiento a Dios para rogarle que se acuerde de ti. Y si no has sido justo, no solo puedes pedir a Dios que no se olvide sino que te ayude a ser justo y a reparar tus propias faltas.

Vero.


martes, 8 de julio de 2014

Las hazañas divinas

Dice el salmo 105:
"Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. ¿Quién podrá contar las hazañas de Dios, pregonar toda su alabanza?"
La bondad de Dios educe un agradecimiento tan delicado como intenso. Piensa en tu intimidad: ¿Qué hazañas ha realizado Dios en mi vida? ¿Qué proezas le quedan aún por hacer? ¿Dejo que el Espíritu Santo actúe libremente en mi vida? ¿Qué obstáculo puedo remover hoy?

Cuando reconozcas la acción divina en el alma no te quedará más remedio que pregonar su alabanza porque descubrirás complacido cuán eterna es su misericordia.

¿No es esto suficiente motivo de acción de gracias?

Vero.


lunes, 7 de julio de 2014

El oro fino

Sigue el salmo 18 del siguiente modo:
"La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila".
No siempre es fácil seguir el mandato divino porque no podemos evitar el aguijón de nuestra propia rebeldía o porque erramos en la consideración del bien. Sin embargo, si amamos esos mandamientos y luchamos por cumplirlos sentiremos esa identificación con la pureza divina porque nos ponemos del lado de la verdad y de la justicia que emanan esas leyes.

Si además contemplas esos preceptos, percibirás el brillo del oro fino y la dulzura de la miel que destila el panal del amor divino.

Vero.

domingo, 6 de julio de 2014

La luz de tus ojos

Continúa diciendo el salmo 18:
"Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos".
Con frecuencia buscamos la alegría en personas o acontecimientos relacionados con nosotros,  pero fuera de nosotros. Más avanzado el camino, la insatisfacción nos indica algo del error cometido y nos hace descubrir que la alegría es algo interior y que, por tanto,  aun contando con elementos externos debemos buscarla dentro de nosotros.

Cuando convierto el centro de mi corazón en el trono de la realeza divina, basta con mirar en mi interior para descubrir a tan augusto huésped, que tan amorosamente legisla en mi reino con sus rectos y dulces mandatos.

Para ver en tu interior necesitas luz en tus ojos, esa misma que te proporcionará el amable objeto de tu cálida mirada.

Vero.

sábado, 5 de julio de 2014

El precepto divino

Dice el salmo 18:
"La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante".

Nada más alejado de la arbitrariedad que la ley divina. Ley que se me hace un manual de la naturaleza humana, coloreado por el amor divino.

Violentar la ley de Dios siempre tiene efectos secundarios.  El alma solo encuentra descanso cuando se manifiesta como es, como en esencia ha sido construida de acuerdo con los planes divinos, que son ley perfecta.

¿Quieres conocerte mejor, saber cómo eres? Contempla la ley de Dios, la fidelidad de su precepto, que iluminará e ilustrará tu ignorancia para que sepas quién eres y dónde has de pisar.

Vero.

viernes, 4 de julio de 2014

Inclina tu oído hacia mí

Dice el salmo 114:
"Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo, caí en tristeza y angustia. Invoqué el nombre del Señor: Señor, salva mi vida".

Dios es relación, por eso siempre oye lo que sus sujetos de relación quieren comunicarle. Sin embargo, a Él esto no le basta: no solo oye sino que permanece a la escucha. Mantiene una actitud activa e interesada por cuanto queremos decirle, e inclina su oído para acoger mejor nuestras palabras de súplica.

Acostúmbrate a tocar en el Corazón de Dios invocando su nombre: eso es oración. 
Ten la seguridad de que se te abrirán las puertas de la intimidad divina y saldrán a recibirte.

Vero.

jueves, 3 de julio de 2014

La bondad de Dios

Sigue el salmo 102 con las siguientes palabras:
"No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles".
En Dios, la palabra justicia se escribe con la grafía de la palabra misericordia. Ninguna justicia quedará saqueada pero el pecador tiene un atractivo irresistible para la misericordia divina: basta con acercarse a ella.

Por eso no nos trata como merecen nuestros pecados, ¿o es que tú no tienes pecados?, ni nos paga según nuestras culpas, ¿o tú no eres acreedor de culpas? Pues si tienes pecados y tienes culpas, también "tienes derecho" a la Misericordia, por eso acércate con confianza al tribunal del perdón.

Quizá no comprendas bien cómo se articulan justicia y misericordia, como tampoco seas consciente cada día del amanecer, sencillamente cuentas con él porque lo has visto así siempre. Así actúa la bondad de Dios: "Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles".

Ahora te he dado un motivo diario para que te acuerdes de la bondad de Dios cuando cada día, al asomarte a la ventana, veas los primeros rayos de luz, porque el firmamento te anuncia diariamente la obra de sus manos.

Vero.

miércoles, 2 de julio de 2014

Compasivo y misericordioso

Continuamos con el salmo 102:
"El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo".
Cuando un hombre se mueve a compasión lo atribuimos a que tiene un corazón que brinda misericordia. El Corazón de Dios es el mismo Amor divino que se derrama en los corazones humanos aquí y ahora, por eso hablamos del Sagrado Corazón de Jesús, en el que se nos invita a confiar, porque el amor es la única garantía de confianza.
Esa misericordia divina es rica en clemencia, su acusación está presta al perdón y no guarda rencor.

El perdón de Dios te espera, porque Él es lento a la ira: la paciencia es un fruto del amor y el Amor de Dios no solo es personal sino además divino.

¿Todavía no intuyes el significado de ser compasivo y misericordioso?

Vero.

martes, 1 de julio de 2014

La ternura divina

Seguimos, como ayer, con el salmo 102, que continúa así:
"Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura".
Si en el ejercicio que te propuse ayer recorriste tu vida, notarías que había acciones, pensamientos, omisiones que se te pondrían de pie castigando tu conciencia: eso que, a tiempo pasado, hubieras querido evitar o no omitir.

No hay que perder la alegría porque "Él perdona todas tus culpas" y si esas culpas aparecieron repetitivamente, porque subyacía alguna dislexia espiritual, tampoco te preocupes porque "Él cura todas tus enfermedades".

Incluso si aquella enfermedad te causó la muerte, todavía cuentas en sus planes porque "Él rescata tu vida de la fosa"; y por si esto fuera poco, "Te colma de gracia y de ternura".

A la luz de las palabras de este salmo, tu mayor desgracia, tu enfermedad degenerativa espiritual, sería no reconocerle como Padre.

Vero.