"La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.No siempre es fácil seguir el mandato divino porque no podemos evitar el aguijón de nuestra propia rebeldía o porque erramos en la consideración del bien. Sin embargo, si amamos esos mandamientos y luchamos por cumplirlos sentiremos esa identificación con la pureza divina porque nos ponemos del lado de la verdad y de la justicia que emanan esas leyes.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila".
Si además contemplas esos preceptos, percibirás el brillo del oro fino y la dulzura de la miel que destila el panal del amor divino.
Vero.
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