"Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo, caí en tristeza y angustia. Invoqué el nombre del Señor: Señor, salva mi vida".
Dios es relación, por eso siempre oye lo que sus sujetos de relación quieren comunicarle. Sin embargo, a Él esto no le basta: no solo oye sino que permanece a la escucha. Mantiene una actitud activa e interesada por cuanto queremos decirle, e inclina su oído para acoger mejor nuestras palabras de súplica.
Acostúmbrate a tocar en el Corazón de Dios invocando su nombre: eso es oración.
Ten la seguridad de que se te abrirán las puertas de la intimidad divina y saldrán a recibirte.
Vero.
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