"Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos".
Con frecuencia buscamos la alegría en personas o acontecimientos relacionados con nosotros, pero fuera de nosotros. Más avanzado el camino, la insatisfacción nos indica algo del error cometido y nos hace descubrir que la alegría es algo interior y que, por tanto, aun contando con elementos externos debemos buscarla dentro de nosotros.
Cuando convierto el centro de mi corazón en el trono de la realeza divina, basta con mirar en mi interior para descubrir a tan augusto huésped, que tan amorosamente legisla en mi reino con sus rectos y dulces mandatos.
Para ver en tu interior necesitas luz en tus ojos, esa misma que te proporcionará el amable objeto de tu cálida mirada.
Vero.
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