"Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace.Dios está en el cielo, transciende lo terreno. Su voluntad es libre e impera, aquello que quiere es lo que consigue porque es omnipotente. Nada se le compara.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas".
Los pobres hombres nos creamos sucedáneos de la divinidad, ídolos que cautivan nuestra atención, que empachan la inteligencia y que embotan la voluntad, figuras de cera que cautivando nuestros sentimientos distraen nuestra atención de aquello que solo Dios puede saciar.
Esos ídolos pueden ser de plata y oro, pero no dejan de ser idolatrías porque son hechura humana, construidos con la levedad del permanecer humano.
¡Dios mío, hazme fiel, que no te sustituya por el iluso brillo de ninguna bagatela!
Vero.
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