miércoles, 24 de diciembre de 2014

Niño inocente

Leía hace unos días un texto de San Josemaría que se expresaba así:
«Al tratar a Jesús no tengáis vergüenza, no sujetéis el afecto. El corazón es loco, y estas locuras de amor a lo divino hacen mucho bien, porque acaban en propósitos concretos de mejora, de reforma, de purificación, en la vida personal. Si no fuese así, no servirían para nada».

Y ahora, observando detenidamente esta sencilla imagen, ¿no os gustaría ser ese corderillo y dar calor con vuestras lanas a ese Niño que juega, ignorante, con vosotros?

Vero.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Tus palabras serán sus palabras (Jeremías 1,4 - 3)

Continuando con el texto de la vocación profética de Jeremías:
9 El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: "Yo pongo mis palabras en tu boca.
10 Yo te establezco en este día sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y derribar, para perder y demoler, para edificar y plantar".
Una vez aceptada esa vocación, comienza el seguimiento. No se ha de ahorrar ningún esfuerzo, pero entonces las obras de tus manos no proceden solo de tus manos; si eres dócil, harás y verás maravillas, no propias, sino las obras de Dios.

Tú mismo te asombrarás de lo que sale de tu boca, palabras que quizás nunca hubieras imaginado, palabras que te invitarán a una reflexión posterior después de ser pronunciadas, porque te das cuentas que -aunque pronunciadas por ti- no son tuyas.

Pero recuerda, has de ser dócil, porque tus palabras y tus acciones deben ser sus palabras y sus acciones: en la medida en que te vacíes de tu propio yo -siento tú mismo- Dios podrá ocupar tu lugar, que es su lugar.

Vero.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Las excusas (Jeremías 1,4 - 2)

Sigue el texto de la vocación de Jeremías así:
7 El Señor me dijo: "No digas: ‘Soy demasiado joven’, porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene.8 No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor–".
(Y proseguirá después...)9 El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: "Yo pongo mis palabras en tu boca.10 Yo te establezco en este día sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y derribar, para perder y demoler, para edificar y plantar".
Las excusas que le ponemos al Señor cuando requiere algo de nosotros carecen de fundamento porque Él sabe qué pide y a quién lo pide. Nuestra misión será su misión, y nuestras palabras, sus palabras.

El miedo es muy humano, pero ayudados por la gracia no debemos dejarnos acobardar por él, porque Dios está con nosotros para librarnos de todo peligro.

No lo olvides: esto es oráculo del Señor, es decir, Palabra de Dios, que se cumple inexorablemente.

Vero.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Vocación de Jeremías (Jeremias 1,4)

En el principio del libro de Jeremías, el profeta cuenta cómo recibió su vocación profética:

4 La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:5 "Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones".6 Yo respondí: "¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven".
(Y prosigue, para no romper el contexto que seguiremos mañana):7 El Señor me dijo: "No digas: ‘Soy demasiado joven’, porque tú irás adonde yo te envíey dirás todo lo que yo te ordene.8 No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor–".9 El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: "Yo pongo mis palabras en tu boca.10 Yo te establezco en este día sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y derribar, para perder y demoler, para edificar y plantar".
El profeta no fue elegido por hacer algo bien, sino que antes de nacer ya había sido elegido por Dios para su misión. Es Dios quien elige, sin concurso por nuestra parte. La vocación de todo cristiano es su propio Bautismo, que le constituye en Profeta, Sacerdote y Rey, porque le configura con Cristo que tiene esos tres oficios.

Con frecuencia, la respuesta a esa vocación es el miedo, y al miedo le siguen las excusas: no sé hablar, soy demasiado joven,...

Que sepas que eso que ronda por la cabeza, puesto que has sido bautizado, son eso, excusas.

Vero.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Nos rescata de todo mal (Eclesiástico)

Continúa el libro del Eclesiástico (51, 1-8):
"Te alabo, mi Dios y salvador, te doy gracias, Dios de mí padre.
Contaré tu fama, refugio de mi vida, porque me has salvado de la muerte, detuviste mi cuerpo ante la fosa, libraste mis pies de las garras del abismo, me salvaste del látigo de la lengua calumniosa y de los labios que se pervierten con la mentira, estuviste conmigo frente a mis rivales.
Me auxiliaste con tu gran misericordia: del lazo de los que acechan mi traspié, del poder de los que me persiguen a muerte; me salvaste de múltiples peligros: del cerco apretado de las llamas, del incendio de un fuego que no ardía, del vientre de un océano sin agua, de labios mentirosos e insinceros, de las flechas de una lengua traidora. Cuando estaba ya para morir y casi en lo profundo del abismo, me volvía a todas partes, y nadie me auxiliaba, buscaba un protector, y no lo había. Recordé la compasión del Señor y su misericordia eterna, que libra a los que se acogen a él y los rescata de todo mal".
Piensa por un momento todos los males que te pueden afligir, tanto internos como externos.
No ha sido suficiente: vuelve a repetir la operación e incrementa la lista de tus desgracias.

Voy a ser breve: de todo eso y de mucho más, que no puedes ni imaginar, incluso de tus propias trampas, te puede librar Dios.

Búscale como protector porque seas como fueres, hayas hecho lo que hicieres y con la gravedad que imaginares: "La compasión del Señor y su misericordia son eternas" y, por si fuera poco: "Libra a los que se acogen a Él y los rescata de todo mal".

Dime si hay alguien o algo que pueda mejorar esta oferta llena de esperanza.

Vero.

martes, 9 de septiembre de 2014

La calumnia (Eclesiástico)

Dice el libro del Eclesiástico (51, 1-8):
"Te alabo, mi Dios y salvador, te doy gracias, Dios de mí padre.Contaré tu fama, refugio de mi vida, porque me has salvado de la muerte, detuviste mi cuerpo ante la fosa, libraste mis pies de las garras del abismo, me salvaste del látigo de la lengua calumniosa y de los labios que se pervierten con la mentira, estuviste conmigo frente a mis rivales.
Me auxiliaste con tu gran misericordia: del lazo de los que acechan mi traspié, del poder de los que me persiguen a muerte; me salvaste de múltiples peligros: del cerco apretado de las llamas, del incendio de un fuego que no ardía, del vientre de un océano sin agua, de labios mentirosos e insinceros, de las flechas de una lengua traidora. Cuando estaba ya para morir y casi en lo profundo del abismo,. me volvía a todas partes, y nadie me auxiliaba, buscaba un protector, y no lo había. Recordé la compasión del Señor y su misericordia eterna, que libra a los que se acogen a él y los rescata de todo mal".
Si no lo has experimentado nunca, no sabrás de qué hablo: la calumnia es un látigo de muchas puntas que abre las carnes del flagelado con la mentira. El calumniado carece absolutamente de defensa porque el calumniador le ha cortado el paso de la verdad, porque ha calzado el flagelo de la mentira y ha dado alas a la perversión de la verdad.

Ante eso, el calumniado no tiene quien le ampare, salvo si acude a Dios, quien organizará ordenadamente su defensa. Dios restablecerá la justicia contando con los tiempos, no de los hombres sino de Dios, y esa injusticia no dejará de ser reparada.

Una presencia de Dios intensa junto con una enorme confianza en la misericordia divina, conseguirán que el calumniado alabe a Dios en su tribulación no por lo que tiene de dolor o pecado, sino porque ve la maravillosa justicia de Dios proyectada en la eternidad, descubriendo que su dolor no es más que parte del camino que le conduce felizmente a ella.

Si tú eres un calumniador, tienes mucho por hacer.
Si tú eres un calumniado, tienes por tarea la alegría y mucho que perdonar y alabar.

Vero.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Natividad de María

Hoy es la fiesta de la Natividad de la Virgen María, su cumpleaños.

La que, por privilegio divino, había sido concebida sin pecado había de nacer en una familia de la que aprendería a cuidar a los de su casa. Y lo aprendió bien porque: ¡cómo cuidaría después de Jesús y de José!

Todas las acciones de su vida estuvieron tejidas de generosidad y de gracia. La gracia la puso Dios, pero sobre el cañamazo de su extraordinaria generosidad. Por eso el anuncio del Ángel le produjo extrañeza y turbación, pero no rechazo.

Cuando, cada día, reces el Ángelus no ya para recordar, sino para revivir, la escena de la Encarnación del Hijo de Dios acuérdate de que debemos, en palabras del Papa Francisco:  "Revivir el sí de María, que cambió el mundo y nos trajo a Jesús".

Porque decir sí a Dios es siempre fecundo.

Vero.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Venid a escucharme (Isaías 55, 1-3)

Relata el libro de Isaías (55, 1-3) lo siguiente:
Así dice el Señor:
«Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde.
¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta, y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos, y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David.»
Quizás sea inevitable ponerse nerviosos ante la inseguridad de la vida, vengan de dentro o de fuera. Por muchos bienes que se posean siempre cabe preguntarse qué comeremos o con qué nos vestiremos, algo que nos narran los evangelios, pero esto solo es un indicador de nuestra falta de confianza en Dios.

Así actuamos como si todo en nuestra vida dependiera exclusivamente de nosotros.
Esa inseguridad no solo nos informa sino que nos grita la realidad de nuestra existencia: dependemos de Dios, afortunadamente.

Por eso, la actitud sensata es prestar oídos a Dios porque el susurro de sus palabras en nuestros oídos, una vez acogidas, producen la vida. Una vida eterna porque su alianza es eterna, porque él nunca vuelve su rostro. Aunque estés cansado o agobiado, siempre debes acudir a Él.

Ahora bien, ¿acudirás a la escucha? ¿Pondrás atención a lo que oigas?

Vero.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo (salmo 30)

Sigue diciendo el Salmo 30:
"Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame.
A tus manos encomiendo mi espíritu;
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mí aflicción.
Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia".
¿Quiénes son tus enemigos, esos que te persiguen? Piénsalo bien.
¿Son enemigos ajenos esos que habitan tu interior? Aunque te opriman algunas circunstancias externas, nada aflige más que el desasosiego que viene del interior: la constatación de la podredumbre del propio corazón, la consternación producida por el pecado, el aroma de la miseria.
¿Y qué más te da que te persigan esos enemigos cuando quien te lo puede reprochar hace gala de su misericordia? Basta con ver el rostro de Jesús que sobrepasará nuestra indigencia y nos aportará la luz del camino.
Pero para ver hay que querer mirar: si pones esto de tu parte...

Vero.

viernes, 5 de septiembre de 2014

A tus manos encomiendo mi espíritu (salmo 30)

Continúa el Salmo 30:
"Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame.
A tus manos encomiendo mi espíritu;tú, el Dios leal, me librarás.Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.Te has fijado en mí aflicción.
Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia".
La confianza que depositamos en Dios nos llevará a encomendar a Él nuestro espíritu. Es lo que hace Jesús agonizante en la Cruz, que se dirige a su Padre con las palabras de este salmo.

Dios, que es leal, se fijará en nuestro sufrimiento y se volcará sobre nosotros con toda su misericordia, trocando esa aflicción en gozo y alegría, nuestra necesidad en abundancia y nuestra muerte en resurrección.

Vero.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Mi roca, mi baluarte (salmo 30)

Dice el salmo 30 lo siguiente:
"Sé la roca de mi refugio,un baluarte donde me salve,tú que eres mi roca y mi baluarte;por tu nombre dirígeme y guíame.
A tus manos encomiendo mi espíritu;
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mí aflicción.
Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia".
El Señor es nuestro refugio, la roca sobre la que apoyarse firmemente con la seguridad de que no se moverá bajo nuestros pies, en donde podemos poner toda nuestra confianza porque es inamovible.
Esa confianza nos lleva a dejarnos conducir por Él porque su caminos son seguros: Jesús es el camino que nos conduce al Padre bajo la guía del Espíritu Santo.

Vero.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

El susurro de lo ordinario

Relata el libro de los Reyes (19, 9a. 11-13a) un encuentro de Dios con el profeta Elías:
"En aquellos días, cuando Elías llegó al Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche. El Señor le dijo:
-«Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va pasar! »
Vino un huracán tan violento que descuajaba los montes y hizo trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapo el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada da la cueva"
.
Elías se tapa el rostro porque los israelitas pensaban que la majestad de Dios era tal que ningún hombre podía ver a Dios sin morir inmediatamente, por lo que el relato demuestra que Elías sabía que en la brisa estaba Dios.

De todos los fenómenos naturales que se describen, Dios elige la brisa para hacer significativa su presencia. Podía haber elegido lo grandioso, lo estruendoso, lo destructivo del mundo, pero elige la brisa, lo más amable, refrescante y suave.

En nuestra vida pasa algo parecido. Dios se manifiesta en cada acontecimiento ordinario de nuestra vida, pero no debemos esperar huracanes porque la Divinidad se nos hará presente en el delicado susurro de lo ordinario: basta con aplicar el oído y huir del ruido que nos circunda.

Vero.

martes, 2 de septiembre de 2014

La caña cascada

Sigue el capítulo 12 de San Mateo del siguiente modo:
"En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él. Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías:
Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones.
No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña cascada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre".
La profecía de Isaías habla de cómo será recibida la Palabra hecha carne entre aquellos a los que fue enviada, a ti, a mí. Anunciará la justicia a las naciones porque está ungido con el Espíritu Santo,  pero no se impondrá por la fuerza, aunque nadie oiga su voz en las plazas.

Será misericordioso: no quebrará la caña cascada, ni apagará la mecha humeante a punto de extinguirse y será el fundamento de toda esperanza, su propio nombre.

Y tú, ¿actúas así?  ¿Defiendes la justicia? ¿Te impones con voz agresiva? ¿Hundes a los débiles, a los que ya se doblan?
Piensa que todos aquellos a los que atacas pueden invocar contra tus obras el nombre del Señor,  fundamento de su esperanza.

Vero.

lunes, 1 de septiembre de 2014

El bien y el espectáculo

Cuenta el evangelio de San Mateo en su capítulo 12:
"En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él. Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías: Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección".

Jesús pasa por doquier haciendo el bien (los curó a todos), sin buscar el espectáculo (les ordenó severamente que no lo dieran a conocer).
Cada uno de nosotros también estamos llamados a hacer el bien y somos capaces de hacerlo: nuestra naturaleza está caída, pero no corrompida. La gracia obra sobrenatural en nosotros si no ponemos obstáculos. 

Pero cuando obras el bien, ¿lo haces discretamente o buscas que los demás lo vean? ¿Buscas ser reconocido por el bien que haces? No es preciso que escondas el bien que haces, pero ello está muy lejos de la vanidad del espectáculo.

Aprende a rectificar la intención de todas tus obras. Un buen inicio puede ser que las ofrezcas a Dios.

Vero.


jueves, 31 de julio de 2014

No eres huérfano

Dios no abandona al que es tratado injustamente, por eso el salmo 9 sigue diciendo lo siguiente:
"Pero tú lo estás viendo [las acciones del malvado]:
Tú consideras los trabajos y el dolor, para tomarlos en tus propias manos.
El débil se encomienda a ti; tú eres el protector del huérfano".
El Señor lo ve todo y su capacidad de juicio se extiende a todo corazón, también al del injusto. Los lamentos del oprimido suben hasta el cielo y estimulan la ternura divina, que tendrá en cuenta el trabajo y el dolor del agredido para hacerlos propios, divinos.

En toda agresión, Dios se pone por delante para compartir la afrenta e incluso para reparala: mirar el sacrificio de la Cruz es asistir en primera persona a esta divina comedia. Por eso, el débil tiene derecho a encomendarse a su Señor. La misericordia de Dios se erige como protectora del desvalido, del huérfano.

Cuando sientas que las circunstancias de la vida, o las personas que las provocan, te agreden, no quieras fijarte en ellas sino confíate a Dios y da el siguiente paso, siempre adelante.
¡Eres hijo de Dios, no eres huérfano!

Vero.


miércoles, 30 de julio de 2014

La boca del malvado

¡Qué bien expresa el salmo 9 la acción de la persona injusta!:
"Su boca [del malvado] está llena de maldiciones, de engaños y de violencias; detrás de sus palabras hay malicia y opresión; se pone al acecho en los poblados y mata al inocente en lugares ocultos".
De la boca sale lo que se lleva en el corazón, por eso la boca del malvado rebosa de maldiciones, engaños y violencias. Sus palabras no son inocuas, están inervadas por la malicia y la opresión.

Los violentos suelen atacar en los despoblados donde sus crímenes pueden quedar impunes, pero la malicia no se respeta a sí misma y acecha también en los poblados en donde el agredido suele andar descuidado.

La lectura del texto produce un cierto rechazo porque personifica el mal, pero si te examinas con un cierto detenimiento y profundidad verás que no está muy lejos de ti.
¿Quieres comprobarlo? Pregúntate en tu intimidad interior: ¿maldigo?, ¿engaño?, ¿actúo con violencia?, ¿oprimo?, ¿espero con astucia la ocasión propicia para asestar el golpe calculado?

Quizá no hagas esto en todas las ocasiones o con todas las personas ni en toda situación, pero ¿hay alguna ocasión, alguna persona o situación en que...?
¡Pues, entonces, algo tienes que cambiar!

Vero.



martes, 29 de julio de 2014

La blasfemia del injusto

Continúa el salmo 9 con las siguientes palabras:
"Porque el malvado se jacta de su ambición, el codicioso blasfema y menosprecia al Señor;
el impío exclama en el colmo de su arrogancia: No hay ningún Dios que me pida cuenta".
La injusticia llama a la injusticia, como la violencia engendra violencia. Es una espiral de malicia. Para tapar su maldad, el malvado se jacta de su ambición y siempre busca más y más: intenta coronar de espinas después de de flagelar.

Salir de ese círculo vicioso requiere la gracia de la conversión: un don divino sembrado en la tierra de una buena predisposición, que reclama el fruto del perdón y la reparación del mal cometido.

Alejado de la conversión, el impío termina por negar a Dios porque no soporta acercarse a la Luz que ilumina la blasfemia de sus obras.
Todos, de algún modo o de muchos, somos impíos, pero no te desanimes: ¡Somos hijos de Dios porque Él así lo ha querido; Él tomó la iniciativa!
Ahora trata de corresponder.

Vero.

lunes, 28 de julio de 2014

Dios que se esconde

Dice el salmo 9:
"¿Por qué te quedas lejos, Señor, y te ocultas en los momentos de peligro? El pobre se consume por la soberbia del malvado y queda envuelto en las intrigas tramadas contra él".
A veces, Señor, parece que duermes. En el momento de peligro, cuando más necesitamos de tu ayuda, pareces esconderte. Ese juego divino nos pone nerviosos, pero cuando pasa la tormenta caemos en que nos faltaba fe, en que queremos que las cosas sucedan a nuestra manera: no buscamos la voluntad de Dios sino la propia.

Es como si no nos fiáramos de Dios, como si Él no tuviera poder para resolver nuestros asuntos: fe débil, falta de confianza, exceso de soberbia.

En la interacción humana injusta quedan de manifiesto dos soberbias: la del agredido que no termina de confiar en Dios y la del agresor que blasfema y menosprecia la justicia divina.

Pide la humildad que te defienda de esta doble soberbia.

Vero.

domingo, 27 de julio de 2014

El hacha al pie del árbol

Continúa el Libro de Miqueas 2,1-5:
"Por eso, así habla el Señor: Yo proyecto contra esta gente [los que proyectan iniquidades y traman el mal durante la noche] una desgracia tal que no podrán apartar el cuello, ni andar con la cabeza erguida, porque será un tiempo de desgracia. Aquel día, se proferirá contra ellos una sátira y se entonará esta lamentación: Hemos sido completamente devastados; ¡se transfiere a otros la parte de mi pueblo! ¿Cómo me la quita a mí y reparte nuestros campos al que nos lleva cautivos?".
La  justicia divina contra los que abusan de su poder está pronta: ya está puesta el hacha al pie del árbol. Llegado el tiempo, no podrán apartar el cuello. Ni siquiera podrán mantener su cabeza erguida por la soberbia de su poderío. Cada uno obtendrá el fruto de su propio cosecha, la semilla multiplicada de aquello que haya sembrado.

Antes de que las propias maldades den fruto conviene examinar la calidad de la semilla, siempre humilde, sin llegar a permitir que brote la cizaña.

Nunca dudes de la justicia divina, sin embargo, si tienes por oficio o por obligación hacer justicia, no esperes al final de los tiempos y comienza la obra de la justicia divina ya desde este momento.

¿Eres consciente de haber cometido alguna injusticia en tu vida contra alguien? Pues decídete a reparar desde ahora mismo.

Vero.

sábado, 26 de julio de 2014

Poder y servicio

Dice el Libro de Miqueas 2,1-5:
"¡Ay de los que proyectan iniquidades y traman el mal durante la noche! Al despuntar el día, lo realizan, porque tienen el poder en su mano.
Codician campos y los arrebatan, casas, y se apoderan de ellas; oprimen al dueño y a su casa, al propietario y a su herencia".
¿Quiénes son las personas que tienes bajo tu mano? La autoridad que tienes sobre ellas se te ha dado para que las sirvas con todas tus capacidades. Jesús mismo afirma que no ha venido a ser servido sino a servir.

Examina cómo es esa relación de poder con cada uno de tus semejantes. Si no peleas contra ello comenzarás por servirte de ellos, continuarás proyectando iniquidades contra ellos y terminarás produciendo los frutos de la codicia tramando el mal durante la noche: siempre alejado de la  luz para que tus obras perversas no se vean. En un principio codiciarás los bienes materiales, pero pronto pasarás a atentar contra las personas, los hijos de Dios.

Mira bien, por si acaso no entiendes el poder y la autoridad como servicio.

Vero.
P

viernes, 25 de julio de 2014

Santiago, hijo del trueno

La antífona de entrada de la misa propia de la solemnidad de Santiago dice lo siguiente:
"Pasando Jesús junto al lago de Galilea vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban repasando las redes, y los llamó, y les dio el sobrenombre de Boanerges, que significa Los Truenos".
Santiago es el primer apóstol en entregar su vida a Dios mediante el martirio, en el año 42. El relato de su llamada es muy curioso pero sigue el patrón de las llamadas divinas. Jesús le encuentra en medio de su trabajo (pescador, remendando redes) y de su familia (al lado de su hermano Juan, que también es llamado).
Una vez que se ha producido ese primer contacto visual, Jesús le llama. Pero la llamada de Jesús es poderosa: tanto, que transforma su nombre, como haciéndole indicar que ahora tendrá una nueva misión. Ahora seguirán siendo pescadores, pero de hombres. La misión recibida es acogida respetando su carácter: son los Truenos, los hijos del Trueno.

Tú, si estás bautizado, ya has tenido ese encuentro inicial con Jesús y ahora te invito a que te preguntes:
¿Sientes la llamada del Señor? ¿En medio de qué, de dónde y con quién has recibido la llamada? ¿Jesús te ha llamado para hacer qué?

La mayor cobardía de tu vida sería evadir estas preguntas que estructuran tu vida como si se tratara de tu columna vertebral. Y si no eres generoso contestándolas probablemente evitarás el martirio -que no la muerte- pero en vez de ser hijo del Trueno, encarnarás la tristeza del aquel joven rico que escondió su generosidad a la mirada divina.

Tú eliges.

Vero.

jueves, 24 de julio de 2014

El sueño de José

El evangelio nos proporciona noticias al menos en dos ocasiones de que San José, que se encuentra en una encrucijada sin saber qué hacer, es avisado en sueños por un ángel que le indica qué debe hacer en esas situaciones. El ángel no le explica las razones por las que debe actuar así, sencillamente transmite un mensaje.

Los ángeles son mensajeros de la voluntad divina y Dios no suele dar explicaciones de sus mandatos: la fe en Dios exige fiarse de que aquello que nos propone es verdad y bien.
Una vez avisado, San José disipa sus dudas y se pone manos a la obra divina. Algo tan efímero y etéreo como el sueño es utilizado por Dios para transmitir su voluntad con suavidad.

Mira atentamente en tu vida por si a ti te pasa como a José, que Dios emplea tus horas de sueño para sugerirte el horizonte de tu vida.
¿Es que no te pasa nunca que -sin razón o con ella- te despiertas en mitad de la noche y le das una y otra vuelta a esa idea, a ese problema o a ese cariño? ¿Quién crees que te despierta? ¿Quién crees que te sugiere?

¿Sabes cómo saber si esas sugerencias vienen o o de Dios? Pregúntate si te traen paz, que es signo divino. Otro signo indeleble es considerar si lo que piensas o decides en esos momentos está de acuerdo con la doctrina de Jesucristo, recogida y enseñada por su Iglesia.

No debes consentir en que una idea nocturna se haga obsesiva, pero si te despiertas o notas la suavidad de la sugerencia divina, tanto en la vigilia como en el sueño, no desperdicies la oportunidad de iniciar una oración personal de intimidad con Dios a través de tu ángel custodio. Imita a José y responde a ese Dios que te corteja con fidelidad.

Y en cualquier caso, nunca te acuestes lejos del agua bendita, del rosario y de tu crucifijo. Aun durmiendo, tienes toda la noche para orar mientras tu ángel custodia vela por ti.

Vero.

miércoles, 23 de julio de 2014

Ver más allá

Continúa San Mateo en el capítulo 10 de su evangelio:
"El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro".
Tenemos que ver a Dios en cada uno de los demás: quizá sea la única forma de que la caridad de Dios les llegue, a través de nosotros.

Vero.


martes, 22 de julio de 2014

La elección

Dice San Mateo en su capítulo 10:
"No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa. El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí".
Seguir a Cristo es transgresor. Aquí y ahora es el tiempo del príncipe de las tinieblas, pero sabemos que esta hora pasa. Para mantenernos firmes debemos tener la mirada siempre puesta en Dios, porque quien le ve a El ve a su Padre.

Vero.

lunes, 21 de julio de 2014

Esa fuerza que flaquea

Dice el salmo 144:
"El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan".
Pertenece a la esencia de la divinidad ser fiel a sus promesas. Cuando somos fieles a nuestra palabra actuamos según el modo divino, nos parecemos a Él. La promesa divina es camino de la Verdad y la verdad tiene razón de bien, por eso Dios es bondadoso en todas sus acciones, aborrece el mal, pero se apiada del pecador respetando la justicia. Es fundamento de nuestra esperanza.

Cuando te sientes débil, alégrate porque suscitas la ternura divina: te sostendrá para que no caigas. Si ante las dificultades externas o las miserias interiores notas que flaquean las fuerzas y te doblas, notarás la mano divina en la que debes confiar que no solo te sostiene sino que endereza tus pasos, sana todas tus enfermedades, incluso aquellas que no se tratan con antibióticos.

¿Qué es lo que a ti te dobla? ¿Qué es lo que te vence? Pon esas miserias a los pies de tu Salvador que tiene poder de cubrirlas con su misericordia infinita. Y luego, lucha por extirparlas de tu vida.

Vero.


domingo, 20 de julio de 2014

La ceguera del idolo

Dice el salmo 113B refiriéndose a los ídolos:
"Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen; tienen nariz, y no huelen.
Tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan. Que sean igual los que los hacen, cuantos confían en ellos".
Los ídolos suelen tener apariencia de realidad. Frecuentemente justificamos nuestra actitud en virtud de otro suceso, de evitar un disgusto a  alguien, de no incomodar o incomodarse. Esos ídolos aducen sus propias razones: tienen boca, ojos, orejas y nariz; pero no hablan, ni ven, ni oyen, ni huelen porque sus razones son apariencia, justificada, pero apariencia.

Las manos de Cristo, impuestas sobre los enfermos, sanaban; las de los ídolos no tocan. Los pies de Cristo peregrinaban por Palestina a la búsqueda de acogedores de su mensaje; los pies de los ídolos no andan, esperan a que sus discípulos se acerquen a ellos.

Tal y como los ídolos son, dice la maldición final, sean quienes los construyen.
¿Cuáles son tus propios ídolos, esos elementos que en tu vida absorben toda tu atención y que tan falsamente justificas otorgándoles ciegamente tu confianza?

Vero.

sábado, 19 de julio de 2014

El brillo de la idolatría

Dice el salmo 113B:
"Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas".
Dios está en el cielo, transciende lo terreno. Su voluntad es libre e impera, aquello que quiere es lo que consigue porque es omnipotente. Nada se le compara.

Los pobres hombres nos creamos sucedáneos de la divinidad, ídolos que cautivan nuestra atención, que empachan la inteligencia y que embotan la voluntad, figuras de cera que cautivando nuestros sentimientos distraen nuestra atención de aquello que solo Dios puede saciar.

Esos ídolos pueden ser de plata y oro, pero no dejan de ser idolatrías porque son hechura humana, construidos con la levedad del permanecer humano.

¡Dios mío, hazme fiel, que no te sustituya por el iluso brillo de ninguna bagatela!

Vero.


viernes, 18 de julio de 2014

Corozaín y Betsaida

San Mateo en el capítulo 11 nos dice:

"Se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti".

Los que hemos conocido el amor de Dios tenemos una mayor responsabilidad porque coqueteamos con la aristocracia del amor.

Vero.

jueves, 17 de julio de 2014

Buscar su rostro

Dice el salmo 104 (4-5):
"Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca".
Recurrir al Señor, en toda circunstancia, siempre es una buena idea. Tan buena, que quizá no se te ocurra a ti, probablemente sea una sugerencia del Espíritu Santo. Es una invitación continua a buscar el rostro del Señor.

¿Te has preguntado alguna vez qué significa el "rostro"? Aquello por lo que se reconocen las personas, lo que exteriormente las hace específicas. El rostro del Señor es la característica por lo que le identificamos, aquello que nos manifiesta. Lo que Dios nos da a conocer es su única idea, el Hijo, la Palabra hecha carne. Por tanto, buscar el rostro del Señor es contemplar a Jesús.

Y ¿qué rasgos encontramos en ese rostro? Estos son los rasgos: las maravillas que hizo, sus prodigios y las sentencias que emanan de su boca. Reconoces al Señor cuando eres consciente de sus maravillas, sus prodigios y sus mandatos.
Su Ley es tu Vida.

Vero.


miércoles, 16 de julio de 2014

En medio de la tormenta

La generosidad de las personas, sobre todo cuando está alimentada por la caridad de Dios, tiene límite pero no frontera. Una afirmación tan rotunda exige una explicación en forma de anécdota real:
Conozco a una anciana que lleva en silla de ruedas algunos años y que tiene dificultades para relacionarse con su entorno debido a un ictus, pero que guarda toda su afectividad intacta. Ha estado al borde de la muerte en varias ocasiones. Es atendida por su familia y de manera más directa por su marido también de edad avanzada, que le prodiga todo tipo de cuidados y afectos: él vive exclusivamente para ella.

Produce emoción ver cómo se quieren. Y todo como si fuera una situación habitual en todas las familias. Sus vidas tienen el sentido del dolor, pero la felicidad no les falta porque comprenden el valor del los cuerpos rotos. Han experimentado que el amor en esta tierra cursa siempre con dolor. Lo que les hace felices no es el dolor sino el amor que transcurre por ese camino dolorido.

Hace unos días tomó a su esposa y la montó en un vehículo preparado para llevarla al Parque de Atracciones de su ciudad: allí estaba el resto de su familia disfrutando de un día de vacaciones. Era una locura llevar a un sitio así a una persona tan delicada, sobre todo porque iba a ser una sorpresa para el resto de la familia, pero pensó que a su esposa le gustaría ver disfrutar a sus nietos en las atracciones.
Una "imprudencia" semejante solo se puede explicar desde el amor. Asumir ese riesgo implica tener una capacidad de afecto tumultuosa.

Hoy se celebra la fiesta de la Virgen del Carmen, patrona de marineros, personas acostumbradas a bregar en medio de las tormentas. En las borrascas de la vida de toda persona la fe consigue que, aun asustados por las olas que saltan por encima de la barca, nos aferremos a los remos con la fuerza del amor: ese amor que proviene de la fortaleza de saberse hijos de tan buena Madre y que saben buscar su protección en medio de la tormenta.

¡Cuánto podemos aprender de esas personas que cada día estrenan su amor por los demás!

Vero.

martes, 15 de julio de 2014

La lámpara encendida

El cristiano es -debe ser- la luz del mundo: son palabras de Cristo. La luz es aquello de que nos servimos para percibir la realidad que nos circunda. Por tanto, la misión del cristiano es la de iluminar, dar contenido a la realidad del mundo, proporcionar aquello que el mundo necesita para ser explicado.

Jesús mismo enseña: "Yo soy la luz del mundo". Si nosotros somos luz es porque nos identificamos con Él: Cristo y los cristianos son como la misma cosa, parte del mismo y único cuerpo de Cristo. Un cristiano queda identificado con la Persona a quien sigue por la gracia que le hace renacer a la nueva vida de la fe desde el Bautismo.

Mantener esa luz exige estar atento para que no se apague. Es una luz que hay que alimentar. Debemos impedir que cualquier viento la apague.
No viene mal recordar aquello que decía Santa Teresa de Calcula:
“Para hacer que una lámpara esté siempre encendida, no debemos de dejar de ponerle aceite”.
Vero.

lunes, 14 de julio de 2014

Fruto de la misericordia

Continuando con el post de ayer, aquella mujer había dado más fruto del que parecía a primera vista.
Las continuas visitas de sus hijos y su marido a la residencia donde vivió sus últimos años hizo que aquellas personas conocieran y se relacionaran familiarmente con otros ancianos y enfermos que no tenían la suerte de aquella mujer porque o no tenían familiares o no les visitaban. Aunque aquellos ancianos lo ocultaban, la realidad cruda es que no solo se sentían sino que estaban solos.

Los hijos ayudaron a aquellos ancianos en todas sus necesidades, incluso para arreglar situaciones familiares descompuestas que terminaron en la reconstrucción de relaciones familiares que habían separado a los hijos de los padres semiabandonados.

Ahora que la madre había muerto y que ya no tendrían que volver por aquella residencia de ancianos, muchos de ellos sintieron de nuevo que la soledad les golpeaba: no solo habían perdido anteriormente a sus hijos sino que ahora perdían a los hijos de la difunta, que eran como de su propia familia.
Pero aquellos hijos, habían aprendido una lección importante, algo que su madre -sin intencionalidad- les había facilitado: ¿por qué iban a dejar de visitar a los ancianos porque su madre hubiera fallecido?

Ellos seguirían visitando a aquellos ancianos aunque su madre ya no estuviera allí.
Otro fruto del amor, hecho obra de misericordia.

Vero.

domingo, 13 de julio de 2014

Fruto del amor

Hace poco asistí al entierro de una mujer de edad avanzada que después de muchos años enferma acababa de fallecer. El curso de sus múltiples dolencias había ido limitando su autonomía hasta el punto de que llevaba muchos años totalmente inválida y necesitada de todo tipo de ayuda. Su marido, también muy mayor, y sus hijos acudían diariamente a la residencia especializada en los cuidados que precisaba para acompañarla y darle cariño: un día tras otro.

En el momento de enterrarla, el marido, con mucha dificultad por sus propias limitaciones y sin que apenas nadie lo advirtiera, hizo ademán de despedirse de su mujer alargando su mano para tocar el féretro mientras los enterradores iniciaban su descenso al seno de la tierra a la que volvía y de donde procedía.
¿Qué pasaría por el corazón de aquel buen hombre? Más de cincuenta años unido a aquella mujer, la mayor parte de los cuales conviviendo con la enfermedad.

Aquel gesto fue como el resumen de su vida: ¡Te vas y me dejas, pero espérame!
¿Qué es lo que aquella buena mujer le había ofrecido a su marido si la enfermedad la tenía tan limitada?
Reflexionando sobre ello, se hace presente que aquella mujer le proporcionaba a su marido la capacidad de querer, con un amor que no se entiende si no proviene de Dios, ese magnífico efecto del sacramento del matrimonio.

Aquel gesto imperceptible de tocar con la punta de los dedos la madera del féretro de su esposa era como un sacramental de su cariño, la rúbrica de una vida de servicio, el fruto del amor.
¡Cuándo aprenderemos a amar!

Vero.

sábado, 12 de julio de 2014

A casa de tu madre

Quizás haga algún tiempo que te has independizado y el devenir te condujo a abandonar el lugar donde viviste tu infancia, creciste y te abriste a la vida. Todavía guardas en tu memoria aquellos olores y sabores, aquellos rincones casi secretos de tu casa, que pensabas en tu ingenuidad que solo tú conocías y que eran como tus secretos íntimos de la infancia: aquellos sucesos que convertían tu casa en tu hogar.

Sobre esos recuerdos se alza uno con fuerza: la imagen de tu madre o de tu padre, o de ambos. Aquella seguridad que te transmitían, no se sabe por qué razón concreta: era como si solo estar cerca de ellos fuera suficiente para sentirte personalmente protegido y afectivamente acogido.

Nuestra Señora de los Ángeles de Torreciudad.
Ahora, cuando de vez en cuando vuelves a la casa de tu madre, retornan esos recuerdos afectivos a tu memoria y a pesar de la distancia, de tu nuevo hogar y del transcurso del tiempo vuelves a sentirte aquel niño que naturalmente dejaste de ser.

Cuando vas a visitar a la Virgen a algún lugar sagrado dedicado especialmente a Ella -una ermita, un santuario, una simple imagen en un parque o en una fachada- te pones en camino de evocar aquellos recuerdos marianos de tu primera infancia, cuando aprendiste tus primeras oraciones y le confiabas a Ella las sencillas peticiones que nacían de tu todavía ingenuo corazón de niño, o las que mamá te sugería mientras te llevaba a la cama, te arropaba y comenzaba a leer ese cuento -siempre el mismo- que nunca acababa porque te dormías al momento, confiado en que mamá velaba.

Aunque la vida te haya maltratado a ti o tú mismo hayas maltratado a tu vida, sean cuales fueren las circunstancias que ahora no juzgamos, toma conciencia de que ir a la casa de la Virgen -a ese santuario, a la imagen de la Virgen de tu cartera o la que tienes encima de la mesa de trabajo- es ir a la casa de tu Madre.

Ten en cuenta que eres su hijo, su niño pequeño; y que tu madre nunca tendrá en cuenta esos desaires de adolescente con el que reivindicabas la autonomía de tu vida, que estará encantada de acogerte en sus brazos, como cuando te rodeaba con ellos para llevarte a dormir.

Aprovecha para pedir, para agradecer, para sentir tu afectividad, para enamorarte, para volver. Busca esas golosinas espirituales que tu Madre esconde en sus bolsillos y que permanecen allí a la espera de que una mano furtiva -la tuya- se los robe. Ella las puso allí para eso.

Y si cuando vuelvas a esa casa, el recuerdo te toca el corazón y te asoma una lágrima a los ojos, no la reprimas: sencillamente has vuelto a la casa de tu Madre.

Vero.

viernes, 11 de julio de 2014

Justicia y paz

Continúa el salmo 84 diciendo:
"La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo".
La misericordia es la actitud divina por antonomasia. La fidelidad es la actitud del hombre que ofrece su lealtad a la promesa realizada de acuerdo con su capacidad. ¿Qué hay mejor que la misericordia o la fidelidad?: precisamente, el encuentro entre esa misericordia divina y la fidelidad del hombre del que la misericordia es objeto.

¿Qué diremos de la justicia y de la paz? Una es fruto de la otra y se realimentan recíprocamente. Solo donde hay paz puede nacer la justicia; y solo donde hay justicia florece la paz.

La fidelidad brota de la tierra, es una ofrenda del hombre a Dios, pero la justicia y su fruto, la paz, vienen del cielo.
¿Quieres trabajar por la paz? Pregúntate: ¿cómo vives la justicia?

Vero.

jueves, 10 de julio de 2014

La conversión del corazón

Dice el salmo 84:
"Voy a escuchar lo que dice el Señor: Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón".
La paz: ¿Qué es la paz? Dice este salmo que la paz es algo anunciado, un don. Pero lo anunciado se recibe como algo escuchado y esto exige una actitud atenta.

No basta con oír, hay que escuchar. Por eso la paz no llega a todos los oídos: el anuncio de la paz es percibido por el pueblo de Dios, por sus amigos y por los que -enemistados con él- se convierten de corazón.

¿Quién tendrá la dicha de obtener de Dios la conversión del corazón? Quizá el principio del camino de esa conversión sea empezar a caminar por senderos de atenta escucha.

Tienes que convencerte de que necesitas, todos los días, unos minutos de elocuente silencio.

Vero.


miércoles, 9 de julio de 2014

Derecho y justicia

Continúa el salmo 105:
"Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia. Acuérdate de mí por amor a tu pueblo".
El derecho y la justicia son prendas de respeto a los demás: en ellos se manifiesta que percibimos el reflejo divino en cada uno de nuestros semejantes, porque hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.

El hábito de la justicia produce felicidad, una gran dicha; pero somos conscientes de que esta felicidad es compatible con las lágrimas. Con frecuencia esas lágrimas vienen de otros ojos, o de las miserias propias o también de las ajenas: una nueva oportunidad para la misericordia.

Si luchas por ser justo te acercarás con agradecimiento a Dios para rogarle que se acuerde de ti. Y si no has sido justo, no solo puedes pedir a Dios que no se olvide sino que te ayude a ser justo y a reparar tus propias faltas.

Vero.


martes, 8 de julio de 2014

Las hazañas divinas

Dice el salmo 105:
"Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. ¿Quién podrá contar las hazañas de Dios, pregonar toda su alabanza?"
La bondad de Dios educe un agradecimiento tan delicado como intenso. Piensa en tu intimidad: ¿Qué hazañas ha realizado Dios en mi vida? ¿Qué proezas le quedan aún por hacer? ¿Dejo que el Espíritu Santo actúe libremente en mi vida? ¿Qué obstáculo puedo remover hoy?

Cuando reconozcas la acción divina en el alma no te quedará más remedio que pregonar su alabanza porque descubrirás complacido cuán eterna es su misericordia.

¿No es esto suficiente motivo de acción de gracias?

Vero.


lunes, 7 de julio de 2014

El oro fino

Sigue el salmo 18 del siguiente modo:
"La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila".
No siempre es fácil seguir el mandato divino porque no podemos evitar el aguijón de nuestra propia rebeldía o porque erramos en la consideración del bien. Sin embargo, si amamos esos mandamientos y luchamos por cumplirlos sentiremos esa identificación con la pureza divina porque nos ponemos del lado de la verdad y de la justicia que emanan esas leyes.

Si además contemplas esos preceptos, percibirás el brillo del oro fino y la dulzura de la miel que destila el panal del amor divino.

Vero.

domingo, 6 de julio de 2014

La luz de tus ojos

Continúa diciendo el salmo 18:
"Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos".
Con frecuencia buscamos la alegría en personas o acontecimientos relacionados con nosotros,  pero fuera de nosotros. Más avanzado el camino, la insatisfacción nos indica algo del error cometido y nos hace descubrir que la alegría es algo interior y que, por tanto,  aun contando con elementos externos debemos buscarla dentro de nosotros.

Cuando convierto el centro de mi corazón en el trono de la realeza divina, basta con mirar en mi interior para descubrir a tan augusto huésped, que tan amorosamente legisla en mi reino con sus rectos y dulces mandatos.

Para ver en tu interior necesitas luz en tus ojos, esa misma que te proporcionará el amable objeto de tu cálida mirada.

Vero.

sábado, 5 de julio de 2014

El precepto divino

Dice el salmo 18:
"La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante".

Nada más alejado de la arbitrariedad que la ley divina. Ley que se me hace un manual de la naturaleza humana, coloreado por el amor divino.

Violentar la ley de Dios siempre tiene efectos secundarios.  El alma solo encuentra descanso cuando se manifiesta como es, como en esencia ha sido construida de acuerdo con los planes divinos, que son ley perfecta.

¿Quieres conocerte mejor, saber cómo eres? Contempla la ley de Dios, la fidelidad de su precepto, que iluminará e ilustrará tu ignorancia para que sepas quién eres y dónde has de pisar.

Vero.

viernes, 4 de julio de 2014

Inclina tu oído hacia mí

Dice el salmo 114:
"Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo, caí en tristeza y angustia. Invoqué el nombre del Señor: Señor, salva mi vida".

Dios es relación, por eso siempre oye lo que sus sujetos de relación quieren comunicarle. Sin embargo, a Él esto no le basta: no solo oye sino que permanece a la escucha. Mantiene una actitud activa e interesada por cuanto queremos decirle, e inclina su oído para acoger mejor nuestras palabras de súplica.

Acostúmbrate a tocar en el Corazón de Dios invocando su nombre: eso es oración. 
Ten la seguridad de que se te abrirán las puertas de la intimidad divina y saldrán a recibirte.

Vero.

jueves, 3 de julio de 2014

La bondad de Dios

Sigue el salmo 102 con las siguientes palabras:
"No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles".
En Dios, la palabra justicia se escribe con la grafía de la palabra misericordia. Ninguna justicia quedará saqueada pero el pecador tiene un atractivo irresistible para la misericordia divina: basta con acercarse a ella.

Por eso no nos trata como merecen nuestros pecados, ¿o es que tú no tienes pecados?, ni nos paga según nuestras culpas, ¿o tú no eres acreedor de culpas? Pues si tienes pecados y tienes culpas, también "tienes derecho" a la Misericordia, por eso acércate con confianza al tribunal del perdón.

Quizá no comprendas bien cómo se articulan justicia y misericordia, como tampoco seas consciente cada día del amanecer, sencillamente cuentas con él porque lo has visto así siempre. Así actúa la bondad de Dios: "Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles".

Ahora te he dado un motivo diario para que te acuerdes de la bondad de Dios cuando cada día, al asomarte a la ventana, veas los primeros rayos de luz, porque el firmamento te anuncia diariamente la obra de sus manos.

Vero.

miércoles, 2 de julio de 2014

Compasivo y misericordioso

Continuamos con el salmo 102:
"El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo".
Cuando un hombre se mueve a compasión lo atribuimos a que tiene un corazón que brinda misericordia. El Corazón de Dios es el mismo Amor divino que se derrama en los corazones humanos aquí y ahora, por eso hablamos del Sagrado Corazón de Jesús, en el que se nos invita a confiar, porque el amor es la única garantía de confianza.
Esa misericordia divina es rica en clemencia, su acusación está presta al perdón y no guarda rencor.

El perdón de Dios te espera, porque Él es lento a la ira: la paciencia es un fruto del amor y el Amor de Dios no solo es personal sino además divino.

¿Todavía no intuyes el significado de ser compasivo y misericordioso?

Vero.

martes, 1 de julio de 2014

La ternura divina

Seguimos, como ayer, con el salmo 102, que continúa así:
"Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura".
Si en el ejercicio que te propuse ayer recorriste tu vida, notarías que había acciones, pensamientos, omisiones que se te pondrían de pie castigando tu conciencia: eso que, a tiempo pasado, hubieras querido evitar o no omitir.

No hay que perder la alegría porque "Él perdona todas tus culpas" y si esas culpas aparecieron repetitivamente, porque subyacía alguna dislexia espiritual, tampoco te preocupes porque "Él cura todas tus enfermedades".

Incluso si aquella enfermedad te causó la muerte, todavía cuentas en sus planes porque "Él rescata tu vida de la fosa"; y por si esto fuera poco, "Te colma de gracia y de ternura".

A la luz de las palabras de este salmo, tu mayor desgracia, tu enfermedad degenerativa espiritual, sería no reconocerle como Padre.

Vero.

lunes, 30 de junio de 2014

El beneficio divino

Dice el salmo 102:
"Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios".
Busca un momento de soledad, quizá ese en el que retirado al descanso aún no has conseguido dormirte y proponte el siguiente ejercicio interior: repasa tu vida con sus circunstancias y extrae de ella todos esos momentos, acciones, aptitudes en las que te haces consciente del beneficio divino sobre ti.

Serán cosas grandes o menos grandes, incluso muy pequeñas. Saldrán muchas, muchísimas; bastantes más de las que nunca hubieras imaginado antes de realizar este ejercicio.

Y ahora aplica el salmo:
"Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios".
¿A que no te queda más remedio que volcarte en acciones de gracias?

Da rienda suelta a esa gratitud: es oración de alta calidad.

Vero.

domingo, 29 de junio de 2014

Cristo en mí

Último día de la octava del Corpus Christi:

La vida no se presupone. Estamos acostumbrados a la vida, pero exige cuidados, nutrición, mantenimiento.
Pero, ¿qué es la vida? Jesús nos dice que no tenemos vida si no comemos su carne y bebemos su sangre. Es claro, no queda lugar para ninguna duda.

Nuestra vida para Dios se inserta directamente en el sacrificio de Cristo, en la Última Cena, en la Cruz y en la Resurrección gloriosa.

Ese sacrificio es perpetuo, lo renovamos diariamente en cada Misa: el mismo y único sacrificio, ahora incruento, se renueva para ti y para mí.

Esa carne y esa sangre se quedan bajo las especies sacramentales de pan y vino, para que podamos comerlas y nutrirnos de ellas.

Si no tienes apetito es porque te falta fe, y si no comes no tienes vida porque impides que Cristo viva en ti.

Vero.

sábado, 28 de junio de 2014

Ojos misericordiosos

Séptimo día de la octava del Corpus Christi:

Hace unos días nos preguntábamos cómo era el cuerpo del Señor y lo percibíamos como ENTREGADO.
De modo semejante, la sangre del Señor era DERRAMADA.

¿Cómo sería la mirada que María depositaría en Jesús desde su Nacimiento en Belén hasta la Cruz de Jerusalén? Durante el camino hacia el Gólgota, Jesús se encuentra con su Madre y se mirarían uno a otro, encontrándose no solo las miradas sino también los sentimientos y el dolor.

Entonces, ¿cómo serán los ojos de María?
Lo sabemos. Los ojos de María son MISERICORDIOSOS.

En absoluto te compensa esconderte de la mirada de tu Madre.

Vero.

viernes, 27 de junio de 2014

Jesús oculto

Sexto día de la octava del Corpus Christi:

Por la Fe descubrimos a Jesús oculto en la Eucaristía.
Por la Caridad se descubre a Jesús oculto en los demás.
Por la Esperanza se descubre a Jesús oculto a lo largo del espacio y del tiempo en cada uno de los acontecimientos de nuestra vida.

Esas tres virtudes teologales (Fe, Esperanza, Caridad) son tres virtudes que Dios te da para que sus dones latentes se hagan patentes por tu ejemplo.

Tienes que aprender a encontrar a Dios en la Eucaristía, en tu prójimo y en tu propia vida. También a través de tus pecados.

Vero.

jueves, 26 de junio de 2014

Adoro Te Devote

Quinto día de la octava del Corpus Christi:

Santo Tomás de Aquino compuso el siguiente himno eucarístico:

1. Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto ver­da­de­ramente bajo estas apariencias. A ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al con­tem­plarte.

2. Al juzgar de ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta con el oído para creer con firmeza. Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta palabra de verdad.

3. En la Cruz se escondía sólo la divinidad, pero aquí también se esconde la humanidad. Creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió el ladrón arrepentido.

4. No veo las llagas como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios. Haz que yo crea más y más en ti, que en ti espere, que te ame.

5. ¡Oh memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que da la vida al hombre. Concédele a mi alma que de ti viva, y que siempre saboree tu dulzura.

6. Señor Jesús, bondadoso pelícano, límpiame, a mí, inmundo, con tu sangre: de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.

7. Jesús, a quien ahora veo escondido, te ruego que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro ya no oculto, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.

O resumido en transversal: Te adoro con devoción, Tú que eres verdadero Dios y verdadero hombre, Quiero amarte y alimentarme de ti, Limpia mi pecado porque quiero ver tu gloria.

Vero.